LA PASTORA EL OTRO DURRUTI
Una fría tarde de principios de febrero de 1949, una masovera a la que todos conocían como “La Pastora” volvía con su rebaño hacia la masía donde estaba empleada en Castell de Cabres, un pequeño pueblo de Castelló de la Plana adherido a las montañas y salpicado por los últimos remanentes de guerrilla. Se llamaba Teresa, o Teresot para aquellos que sometían a escarnio su apariencia varonil y sus formas bruscas. La Guardia Civil, que buscaba por aquel entonces a varios guerrilleros del maquis ocultos en la zona, detuvo a la joven de 32 años con el objetivo de intimidarla y obtener información. Sin embargo, José Mangas, el teniente que dirigía el grupo de la Benemérita, no se contentó con un interrogatorio del que no obtuvo respuesta alguna. Ávido de curiosidad y de entretenimiento, el agente hizo que la campesina se desnudase al aire libre para comprobar ciertas habladurías que sobre ella circulaban. Una vez saciada la vista y otros sentidos que no se le resistieron, el oficial concluyó su humillante exploración con un breve suspiro verbal: “Bueno, a hacer bondad”.
Florencio tenía una genitalidad confusa con órganos de ambos sexos, pero rasgos secundarios de hombre
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