UNA LUCHA INACABADA
ESCRITOR Y PERIODISTA
El 28 de agosto de 1963, unas 250.000 personas se congregan frente al monumento a Lincoln en la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad. Detrás de ese acontecimiento hay una cuidadosa organización en la que participan negros, blancos, católicos, judíos, líderes sindicales… Hablan distintos oradores, cantan artistas como Mahalia Jackson, Joan Baez y Bob Dylan y, al final, Martin Luther King pronuncia su famoso discurso “I have a dream” (Tengo un sueño), que es retransmitido en directo por televisión y se convierte inmediatamente en un símbolo [ver recuadro en página 75]. Luego los líderes van a la Casa Blanca, donde el presidente Kennedy los felicita uno a uno y se muestra eufórico por el éxito obtenido.
La marcha es uno de los episodios más célebres del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y representa una rara comunión entre activismo social y poder político. Es también el punto culminante del optimismo, un momento de enorme esperanza. Con todas aquellas personas manifestándose pacíficamente, cantando, refrescándose en las fuentes y subiéndose a los árboles para ver mejor, casi podría pensarse que la lucha se ha ganado. Apenas dos semanas después, sin embargo, una bomba mata a cuatro niñas negras en Alabama. Y, un par de meses más tarde, es el propio Kennedy quien yace muerto en
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