UN TERROR RELATIVO
ara los cristianos, el año 1000 era una cifra demasiado redonda y algunos visionarios destacaron su valor numérico: cuadraba con el Pero la realidad es que la mayoría no le dio la menor importancia y casi nadie creyó que el fin del mundo se aproximaba. Abón, abad del monasterio de Santa María de las Flores, cuenta que en una ocasión escuchó a un predicador anunciar el fin del mundo para cuando llegara el año 1000, pero lo presenta como un hecho aislado propio de un orate, que no fue tomado en cuenta por la jerarquía eclesiástica: “Siendo joven oí un sermón en la iglesia de París acerca del fin del mundo, en el que se decía que nada más terminar el año 1000 llegaría el Anticristo y poco tiempo después tendría lugar el Juicio Final; por aquella predicación persistí en los y el , a través de los cuales me perfeccioné en la virtud. Después, mi abad Ricardo rechazó el error que crecía acerca del fin del mundo y me mandó responder para que, cuando llegara el domingo de Pascua de la Anunciación, sin ningún temor se acabara el siglo”.
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