Vapuleada por un presunto dopaje… y por el odio
Alejandra Jiménez no acaba de digerir que perdió los títulos de peso supermediano del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y de la Organización Mundial de Boxeo. Trece días después de haber derrotado por decisión dividida a la estadunidense Franchon Crews-Dezurn, la peleadora supo que en el resultado de uno de los cinco controles antidopaje que le realizaron antes y después del combate se detectó la presencia de un esteroide.
Estanozolol. Esa palabra que escuchó del otro lado de la línea telefónica cuando su representante, Pepe Gómez, le marcó para decirle que acababa de recibir la noticia. Aturdida, en medio del bullicio del partido de futbol de su hija de seis años, tuvo que alejarse para escuchar con mayor claridad.
Le pareció un mal sueño. Repasó rápidamente la lista de los suplementos alimenticios que consume por recomendación de su nutriólogo, recordó que durante la preparación ni siquiera comió carne de res para evitar un positivo por clembuterol y pensó en todas las pruebas que se hizo por voluntad propia para medir sus niveles de testosterona y que entregó para tranquilidad de su rival.
No le cabía en la cabeza la idea
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