Dentro de la sangrienta guerra de los cárteles por la multimillonaria industria del aguacate en México
URUAPAN, México — Los miembros del cártel aparecieron en este verde tramo del oeste de México armados con armas automáticas y motosierras.
Pronto estaban cortando madera día y noche, el sonido de la caída de los árboles hacía eco en toda la selva virgen. Cuando los lugareños protestaron, explicando que el área estaba protegida de la tala de árboles, se les frenó a punta de pistola y se les ordenó que se mantuvieran callados.
Robar madera era solo el principio de un plan más ambicioso.
Los recién llegados, miembros de un grupo criminal llamado Viagras, estaban removiendo todo el bosque para establecer una operación de cultivo. Su plan no era sembrar marihuana u otros cultivos favorecidos desde hace mucho tiempo por los cárteles mexicanos, sino algo potencialmente aún más lucrativo: aguacates.
Más de una docena de grupos criminales están luchando por el control del comercio del aguacate en y alrededor de la ciudad de Uruapan, aprovechándose de los ricos dueños de los huertos, de los trabajadores que recogen la fruta y de los conductores que la transportan en camiones hacia el norte, hacia Estados Unidos.
"La amenaza es constante y por todos lados", reveló José María Ayala Montero, quien trabaja para una asociación comercial que formó su propio ejército de vigilantes para proteger a los agricultores.
Después de tomar el control del bosque en marzo, los Viagras anunciaron un impuesto a los residentes que poseían
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