MAESTROS DE LA LIGEREZA
Ahí los tenemos, esperando en la plataforma empapada de lluvia. El fotógrafo se pasea entre ellos, se arrodilla, se sube a su escalera y los fotografía ya con flash, ya sin él. Siete deportivos de la historia de Lotus: tres en diversos tonos de azul, y el resto en amarillo, rojo, negro y blanco. De 85 a 436 HP. O mejor lo expresamos en la moneda de cambio preferida de Lotus: de 612 a 1,300 kilos. Sus llaves esperan en el tablero o ya están puestas en el contacto. Los 3.5 kilómetros de las pista de carreras están desiertos. Todavía no han dado las 10, y lo único que quedaría por pedírsele a esta mañana de martes sería un poco de sol para estas citas rápidas con Elite, Elan, Europa, Esprit, Elise y Evora. Sin embargo, la niebla es tan espesa sobre los terrenos de pruebas de Lotus, que a lo lejos solo se aprecian las copas de los árboles, y una mancha amarillenta y vaga ilumina el velo nebuloso de la mañana, adivinando que detrás hay un sol. A pesar de todo, la impresión que esto produce en el ánimo no podría describir mejor el pasado y el presente de Lotus. En los últimos 70 años, el fabricante de pequeñas series inglés se ha ido tambaleando de década a década, amenazando varias veces con caer pero sin tocar jamás la lona. Un ejemplo sería a comienzos de los 60, cuando la exportación del Elite a los Estados Unidos casi provocó la quiebra de la compañía, porque el sol despintaba su carrocería de fibra de vidrio. Nunca les faltó espíritu visionario, aunque de dinero sí que estuvieron cortos bastantes veces. Con todo y ello,
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