Confinamiento: mujeres en manos de sus agresores
Después de años de agresiones de su marido, de haberlo denunciado ante el Ministerio Público por lesiones y de haber sido orillada a la conciliación, M. comprendió que no saldría viva del encierro obligatorio por la emergencia sanitaria.
Con 27 años y dos niños, radicada en la Ciudad de México, M. mantenía vínculos con la organización Espacio Mujeres para una Vida Digna y Libre de Violencia, que le proporcionaba asesorías legales y psicológicas.
La última semana de marzo, después de una golpiza de su pareja, M. pensó: “Estando en casa todos los días, ahora sí mi marido me va a matar”.
Tomó la pequeña maleta que le recomendaron preparar las asesoras de Espacio Mujeres, aprovechó el momento en que su agresor se bañaba, llamó a sus dos hijos y con sigilo huyeron del domicilio familiar.
M. llamó a una de sus hermanas para que la esperara en una estación del Metro y la acompañara a Espacio Mujeres para internarla a ella y a sus pequeños.
Una semana después del ingreso de M. al refugio, llegó T., de 23 años, con su hijo de siete.
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