CHELITO DESPUÉS DEL FUTBOL
Pasa el tiempo y en Cruz Azul no se olvidan de César Delgado. Sus gambetas y sus goles siguen nítidos en la memoria de los aficionados.
Una tarde de un día cualquiera, tomamos el teléfono para llamarle al Che-lito y saber cómo está y qué hace ahora en la ciudad que lo vio nacer: Rosario, Argentina. Allá vive con su familia: Mariana, su esposa, y sus hijos Dulcinea y Santino.
“Un día acá en Rosario es levantarse a las 6:30 de la mañana, preparar el desayuno para los niños, para llevarlos a la escuela; cuesta un poco levantarlos, pero faltando 20 minutos para las siete ya se levantan, desayunan, se cambian y ya los tenemos listos para llevarlos a la escuela. A las 7:15 me toca llevar a mi nena, el nene se va con un compañerito hijo de una vecina de acá y si no, lo lleva mi esposa”.
“Después me vuelvo a casa, como no estoy entrenando me quedo tomando mate viendo las noticias de México y de Argentina, ¡muchas noticias de futbol!, y ya luego me voy una horita al gimnasio”.
“A veces me voy a la oficina de mi representante; tenemos una oficina con la gente que me ha representado toda mi carrera y he puesto mi granito de arena en tema de representación de jugadores. La empresa se llama Vision Sports. Tomamos mate y hablamos de futbol”.
“Más tarde recojo a la niña de la escuela, a las 2 o 2:30, la llevo a casa, almorzamos y a las 3:30 hay que ir a buscar al enano. Lo busco, lo traigo, se cambia y después, a las 4:30, tiene futbol hasta las seis de la tarde, me quedo con él y después ya volvemos a casa. Por la noche voy a buscar a Dulcinea porque ella tiene gimnasia artística de seis de la tarde, cuando la lleva mi señora, a ocho”.
“Ya en casa se prepara la cena, cada uno hace sus cosas y ya estamos listos para descansar, para empezar un nuevo día. Ése sería un día de la familia”.
CUANDO ERA NIÑO
La llamada hasta Rosario se presta para pedirle a César que nos cuente de sus allá en el Barrio de las Flores donde descubrió su talento como futbolista.
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