LA CASA DEL SOL
No se sabe cómo empezó. Dicen que pudo ser por accidente en los tenderetes donde se vendían toda clase de artículos a la sombra del Circo Máximo. Fuese así o no, la noche del 18 al 19 de julio del año 64 se desató la catástrofe no bélica más destructiva que haya asolado Roma. De hecho, allí se la recuerda como el incendio, a secas. Esto en una ciudad que ardía tan a menudo que, medio siglo antes, Augusto había tenido que aumentar a 7.000 los 600 vigilantes urbanos que hacían las veces de bomberos. Pero ni aun así pudo detener la dantesca tragedia su sobrino nieto en el trono, el controvertido Nerón.
Las llamas no tardaron en devorar la región IX, y pronto los distritos colindantes. Treparon por los montes Palatino y Celio, corrieron hacia el Aventino y una tercera lengua de fuego
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