Herencia mortal de la Guerra de Vietnam
VIENTIÁN.- El museo ofrece un detallado recorrido por el arsenal de la época: morteros, granadas, misiles y bombas de todos los tamaños… Todo ese conjunto herrumbroso ha sido recogido en los últimos años en los alrededores de Phonsavan, un pueblito en el norte de Laos.
La atención del recién llegado se detiene en una bomba imponente de mil kilos, pero el director de la organización UXO Lao (Programa Nacional de Municiones sin Explotar), Charlie McFarlane, apunta a unos juncos con cientos de anodinas bolas de metal oxidadas. Tienen el tamaño de una pelota de tenis y un aspecto escasamente inquietante. Son bombas de racimo, conocidas aquí como bombitas.
“Si quieres destruir un puente, utiliza bombas grandes. Si quieres matar gente allí abajo, utiliza las de racimo. Pequeñas y baratas. Son perfectas”, dice.
Su único y a menudo despreciado defecto es que siguen matando a civiles muchas décadas después de que se firmó la paz.
Durante nueve años, entre 1964 y 1973, este pequeño país
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