Vivaldi, un hombre de fe que amaba a las mujeres y el teatro
Para referirnos a su ambigua relación con la Iglesia, habría que decir que Vivaldi estudió en las escuelas de barrio vinculadas a los templos de San Giovanni in Oleo y San Geminiano y que su ordenación como sacerdote avino en 1703, mismo año en que comenzó su relación profesional con el Ospedale della Pietá, una de las cuatro instituciones venecianas de beneficencia que albergaba a niñas miserables y en orfandad, con especial énfasis en su educación musical. Nuestro anómalo sacerdote contaba con 25 años de edad. Circula una anécdota que ha popularizado el hecho de que Vivaldi fue reacio a oficiar misa. En ella se cuenta que abandonó prematuramente un servicio religioso para dirigirse a la sacristía a escribir el tema de una fuga que acababa de ocurrírsele. ¿Sería eso una prueba de su falta de vocación clerical o, más bien, una estratagema para dedicarse de tiempo completo a sus oficios musicales? No podemos precisarlo. De acuerdo a su propio testimonio tenemos que apenas ordenado sacerdote, dije misa durante un año o un poco más y luego lo dejé, ya que tuve que abandonar el altar tres veces, debido a la misma dolencia... Después de comer, habitualmente puedo desplazarme, pero nunca a pie, por esta razón ya no puedo celebrar misa.
(…) Como podemos ver, los enigmas salen al paso en todos los recodos de su biografía y mientras más se trate de aferrar al personaje más se desdibuja su perfil. Fue un músico excelso creado, según parece, por generación espontánea, vistió los hábitos pero se abstuvo de oficiar misas, su salud fue precaria mas no le impidió trabajar con un ardor que haría desfallecer a cualquier joven…
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