La Sirena de Aguas Gélidas
CUANDO TENÍA 6 AÑOS, Bárbara Hernández acostumbraba a ir de vacaciones con sus papás al litoral central, y lo primero que hacía cuando se bajaba del bus era meterse al mar. No importaba lo helada que estuviera el agua, ella se quedaba nadando todo el día.
Sus papás —Daniel Hernández y Ana Huerta— preocupados porque Bárbara no sabía nadar, decidieron llevarla a un taller en la piscina de la Universidad de Chile que se ubica en Estación Mapocho. De esta forma, pronto comenzó a nadar en un nivel más avanzado, y aún siendo niña, también era la única mujer del taller.
Pero Bárbara nunca fue la más veloz en el agua y tampoco obtuvo medallas, lo que en parte le afectó en su adolescencia, según comenta: «A veces competía y otras
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