“Predescubridores” de América
Desde que, el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón desembarcara en la isla de Guanahani, rebautizada como San Salvador, han sido muchas las teorías que defienden la existencia de interacciones previas a aquella entre los indígenas americanos y los habitantes de otros continentes. Es lo que se conoce como “contactos transoceánicos precolombinos”, y en ellos hay absolutamente de todo: entrañables leyendas del Viejo Mundo, como la de San Brandán [ver recuadro 1], hipótesis conspiranoicas –no son cosa de hoy– o que buscaban desacreditar a Colón como marino, como la del Prenauta [ver recuadro 2], suposiciones descartadas, seudocientíficas o al día de hoy no comprobadas… y también algunas (pocas) certezas que han sido corroboradas por la arqueología o que cuentan con indicios a favor.
En el terreno de la pura mitología, dejando aparte al irlandés Brandán, cabe destacar dos legendarios “predescubrimientos” de América por su imaginación. El primero, que data de poco después del Descubrimiento –se menciona en varias crónicas de Indias– y que dio lugar a extravagantes derivaciones religiosas en el siglo XVII, es el mito de que los amerindios son en realidad descendientes de las Diez Tribus Perdidas de Israel, deportadas por los asirios en el siglo
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