ALIMENTANDO TUS SENTIMIENTOS
Un helado repleto de azúcar en una mano y un diario en la otra. Pocas figuras de la cultura popular personifican la idea de comer para contrarrestar sentimientos negativos como Bridget Jones, una imagen que resuena porque verdaderamente nos podemos relacionar con ella. Más allá de que el hombre de cabello abultado que huye de los compromisos interpretado por Hugh Grant se pueda reemplazar con una amistad que se perdió, un trabajo que no conseguiste o la lucha contra el insomnio crónico, lo cierto es que el hecho de pensar que la tristeza y la desilusión son estados que se pueden tratar con una pizza de orilla de queso y con algo cubierto con chocolate se ha convertido en la norma.
Dado que sabemos que esos alimentos realmente no resuelven el problema, la narrativa en torno a la alimentación provocada por las emociones se ha convertido en algo bastante triste –o incluso trágico (corte a Bridget en la víspera de Año Nuevo vistiendo una pijama de renos).
Pero esa idea está bastante simplificada y es engañosa. En realidad, es imposible liberar emociones comiendo, como asegura la doctora en neurociencias Rachel Herz, autora de . “La alimentación
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