COMO ALMA QUE LLEVA…
Si por algo es reconocida Ducati es por la eficacia de sus bicilíndricas, que desde principios de los 70 han plantado cara en la calle y las carreras a las tetracilíndricas japonesas. Los italianos han ganado más títulos de Superbike que ninguna otra marca y se han creado una fama épica en este medio siglo que les ha proporcionado una legión de seguidores.
Una de las peculiaridades, entre muchas de Ducati, es que consiguió mantener un diseño básico de motor a lo largo de décadas sin cambios en su estructura básica. Fabio Taglioni diseñó una segunda versión de su V2 con refrigerado por aire con el cilindro delantero casi horizontal para la Pantah SL500 que llegó al mercado en 1980, y ese mismo motor evolucionó hasta la segunda década del presente siglo.
Las reformas de Massimo Bordi lo dotaron en la 851 de refrigeración por agua y culatas DOHC (doble árbol de levas) de cuatro válvulas, pero si ves la estructura básica de una 1198 Testastretta es similar, con los cilindros colocados en la misma posición, la distribución accionada por correas y un cárter bastante semejante. Sin embargo, la llegada del nuevo siglo, las nuevas homologaciones y la evolución de la potencia acabó llevando a Ducati a crear un nuevo motor, con el mismo ADN de siempre, pero con diferentes soluciones.
La denominación Panigale para los modelos superdeportivos de Ducati comenzó con la llegada de la 1199 en 2012, una moto en verdad peculiar. Su motor ya tenía una distribución accionada por cadenas, unas cotas de carrera más corta con una relación diámetro/carrera mayor, que pasaba de 1.56 a 1.91 y la V de los cilindros inclinada hacia atrás para reducir la longitud total.
La moto tenía además
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