EDUCACIÓN SIN FRONTERAS
tenía 25 años cuando decidió dejar su Barcelona natal para coger un avión rumbo a las antípodas. Quería mejorar su nivel de inglés. “Vivir una experiencia diferente, no encontrarme muchos españoles y volver a casa con un nivel del idioma que me permitiera entrar sin miedo a una reunión”, cuenta Marta, que recuerda cómo su aventura comenzó trabajando en una granja a cambio de comida y alojamiento. Y luego en otra. Y otra más, recorriendo de norte a sur Australia. Hasta que en Mullumbimby, el granjero le descubrió un pueblo costero cercano, llamado Byron Bay. “Sus playas enamoró. Decidí crear una página de Facebook llamada ‘Españoles en Byron Bay’ para subir fotos de mi día a día en aquel lugar”. La comunidad creció entre preguntas de desconocidos sobre entidades educativas, visados, rutas... hasta que un usuario solicitó información sobre precios para cursos de inglés. “Fui a la escuela del pueblo y pregunté por dichos precios. El propietario de la misma me dijo que si un estudiante finalmente decidía viajar, me pagaría una comisión”, cuenta Marta.
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