MIL ROSTROS
Mar 04, 2019
3 minutos
Por FERNANDO GARCÍA
Se la ve pixelada. Esta comunicación vía Skype desde su casa en el bosque de Punta del Este tiene además un efecto extraño, como en escorzo. Parece la confesión trasnochada de una oyente de uno de aquellos programas de radio donde la gente desnuda su intimidad. O bien una conversación ajena que se escucha en la playa desde un chiringuito cercano en la que, literalmente, se relata una vida. “Puedo parar a alguien en la calle y contarle todo de mí”, dice Anna-Lisa Marjak, que pinta invariablemente mujeres. Hija única, nieta única, bisnieta única, tataranieta única, es
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