Escondidos a plena vista
La mayoría de las personas visita Waikiki por el surf, las compras y el sushi. Yo no. Una primavera a la hora del coctel, cuando las multitudes de bronceados turistas japoneses, estadounidenses y alemanes paseaban tranquilamente, sorbiendo un raspado y haciendo planes para la cena, yo estaba sentada en una banca mirando unos cuantos metros de la acera rodeados por pasto común. Lamentablemente, era mi tercera visita a este terreno de pavimento ordinario.
Música hawaiana salía, es decir, un recipiente de tesoros (nivel de dificultad moderada) que hasta ese momento se me había escapado.
