FILADELFIA ESTADOS UNIDOS
Lee Esposito me cuenta sobre la primera cena que su esposa le cocinó: arancini, croquetas de arroz italianas, rellenas y fritas del tamaño de una pelota de softbol. Sus manos gesticulan más rápido que su boca. “Parecían de hule –comenta y luego agrega, con amabilidad– pero la conversación era buena”.
Casi 40 años después, Lee y Mariella aún tienen vigor. De complexión delgada y llena de energía, ella es dueña de Fante’s, una tienda de artículos de cocina en el mercado italiano del sur de Filadelfia, donde también atiende la barra de café cuando se necesita, espumando leche para convertirla en una cremosa capa para los capuchinos. Él corta, trocea y persuade a los clientes al otro lado de la calle, como el patrón de la carnicería Esposito.
En medio de los puestos agrícolas de South Ninth Street, los Esposito han visto cómo el mercado al aire libre más antiguo del país crece y se diversifica, dando la bienvenida a nuevas generaciones de inmigrantes más allá de las fronteras italianas. Hoy día, incondicionales como la utopía de queso y salami de Di Bruno Bros. ceden espacio vital a jóvenes promesas como South Philly Barbacoa. A unas cuadras, un enclave camboyano ofrece sabrosos fideos. “Este siempre ha sido un mercado de inmigrantes. Solo que algunos lucen ahora un poco diferentes”, señala Mariella, quien llegó de Italia cuando tenía 13 años.
Como ítalo-estadounidense de segunda generación, siento el llamado de la legendaria comunidad del sur de “Fili”. En Fante’s, paso lasu diseño como de encaje, como lo hacía mi los pasillos de artículos para cocina. Aunque las tradiciones de la patria me dan cariño, el brillo de las nuevas posibilidades y la promesa de reinvención es lo que capta mi atención.
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