LABORATORIO DE SUEÑOS
No, por favor. Cuando acepté la invitación para conocer la ciudad lo primero que me vino a la mente fueron malls, en lugar de otros sitios de los que no había escuchado; ni siquiera figuraba en mi bucketlist de viajes. “Es un lugar increíble, lleno de comida. Visita la Cantera o el North Star Mall. Ojalá puedas comer en J. Prime o Paesanos. O la comida creole de Pappadeaux. No volverás a comer igual”, me dijo mi papá más emocionado que yo cuando le conté, ya que ha visitado la ciudad más de 15 veces.
Esperaba clichés texanos, compras y BBQ, pero la noche de domingo que llegué era tranquila y cálida. Los rascacielos de compañías texanas convivían con edificios de los siglos xix y xx, y algunas parejas paseaban por el centro en carruajes iluminados muy a La Cenicienta. Un semáforo en rojo nos separaba del hotel St. Anthony y nos dio tiempo suficiente para ver una lona que colgaba en una iglesia: “Our humanity does not stop at the border”, tal vez una señal de lo que me esperaba.
¿DE COMPRAS EN SAN ANTONIO?
ARTE SIN FRONTERAS
Hace tres décadas, Nueva York y Los Ángeles eran las mecas e incubadoras de artistas contemporáneos. Hoy día San Antonio es un nuevo bastión para los artistas consagrados e incipientes gracias a los mecenas y las galerías que impulsan el arte en la ciudad, sobre todo de artistas texanos. Así fue como llegué a Artpace.
Ubicada en un antiguo taller de ensamblaje, la galería fue fundada por Linda Pace en 1993 como un programa sin fines de lucro. Aunque no fue posible verlos, pudimos espiar un poco de las obras finales antes de ir a la sala Hudson, donde esperaba Alex de León.
