Este auto salvó mi vida
WOOOOSH..
De pronto estamos en el aire. Soy pasajero en un súper auto sin techo que se desploma por una colina. Antes de que perdiéramos el control, alcancé a ver el tablero, marcaba 177 kilómetros por hora. Las náuseas comienzan a invadir mi cuerpo mientras volamos. Cierro los ojos, me abrazo e intento hacerme pequeño.
“¡Voy a morir!”, pienso. “Siempre asumí que si moría en un accidente automovilístico, yo sería el conductor. Que sea rápido. No quiero asfixiarme lentamente después de romperme el cuello. Esto ape…”.
Un golpe masivo hace tambalear el auto. Mi trasero se eleva del asiento pero el cinturón me regresa a mi sitio. Se siente como si me quisiera partir por la mitad. La luz desaparece. Está oscuro y continuamos avanzando a toda velocidad.
“¿Acaso acabamos de rodar? ¿Estamos de cabeza?” En efecto, el auto está volteado y no baja la velocidad. Sentimos otro golpe enorme y ahora estamos del lado correcto de nuevo. Seguimos en el
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