Oel cuarto de milla americano–unos 400 metros en cristiano–. Son seis décimas menos que un Bugatti Chiron Super Sport. Justo al final de esos 1.320 pies, el Nevera roza los 260 kilómetros/hora. ¡En sólo 8,5 segundos! Mi Citigo de 60 caballos no había ni alcanzado los 70 por hora en 10 segundos; qué mal repartido está el mundo… Lo más mágico de todo es que el Nevera lo hace una y otra vez sin innumatarse. 30 aceleraciones a fuego con una sola carga, con unos neumáticos Michelin de calle, castigados una y otra vez por las embestidas del elevadísimo y exageradísimo par.
En aquellos tiempos en los que los coches tenían ruedas de madera, las luces de latón y