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Estaba en Los Ángeles y venía de hacer cosas buenas. Trataba activamente de ser mi mejor versión, abrumado por la pobreza que estaba viendo alrededor. Esa parte de Estados Unidos me pareció una aberración.

Las calles estaban repletas literalmente de deshechos humanos, humanos desechados por el sistema. ¡Es de locos! Hablo de personas, que están totalmente fuera de la sociedad imperante pero que conviven en ella. Y no porque se hayan salido por voluntad propia –“como podría ser mi caso” -, sino porque han quedado fuera y no saben cómo volver.

Gente que por alguna razón -muchas por temas de facturas médicas- se han encontrado en la calle y con un sistema al que no pueden volver, no tienen como re-acceder al mundo laboral y quedan condenadas a una pobreza extrema.
Lo que me sorprendió es la magnitud.

No estoy hablando de unos pocos. En Los Ángeles son miles -literalmente-, los más visibles, aquellos que están bajo los efectos de las drogas, totalmente perdidos, zombies.

Me pareció embarazoso. ¿Cómo puede un país que se llena la boca de “defender” tantas cosas estar así?

Reflexiono en el podcast sobre estos temas.