La llegada de los signos primaverales plantea el surgimiento de un amable escenario que nos faculta para declinar a pasados y disponernos desde lo profundo del corazón a tomar nuevos rumbos con la certidumbre que todo saldrá perfectamente.
Ha llegado el mes de la semilla que logra extraer de lo más intrincado de sus estructuras la vida que en ella descansa, ya que se da la oportunidad de sacar a flote su sabiduría silenciosa y de disponerse a crecer a la luz de un proceso primaveral que le recuerda que es necesario caminar vigorosamente con certezas y convicciones, amén de que todo está de su lado: el clima la temperatura, la humedad, el entorno, así que la única alternativa es confiar y transitar al ritmo de lo que el universo ofrece. 
Las condiciones están dadas para tomar las riendas de los propios asuntos y de orientar certeramente los esfuerzos hacia destinos seguros. Es una época en donde se evidencia la posibilidad de que los trabajos interiores y que la dinámicas mentales, físicas y emocionales den magníficos frutos. 

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