Todos tenemos un veneno emocional que vamos acumulando en nuestro interior y siempre que vemos una oportunidad, lo escupimos a otros para liberarnos un poco de tanto mal estar. En consecuencia, el otro hace lo mismo, hacia mi, hacia sí mismo o hacia otro, es una rueda que no deja de girar, a menos que la detengamos, pongamos freno de mano y reflexionemos antes de actuar. ¿Por qué hago lo que hago? ¿Qué gano si todo se hace como yo quiero? ¿Por qué necesito que me quiera, y que lo haga a mi manera? ¿Qué estoy buscando?

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