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Simbolismo crístico del pelícano
valoraciones:
Longitud:
12 minutos
Publicado:
11 abr 2022
Formato:
Episodio de podcast
Descripción
Ya hemos hablado en varias ocasiones de la figura de Jesús el Cristo considerado como el “iniciado perfecto” o el modelo a seguir, una especie de mapa viviente de las etapas del sendero que debe recorrer como discípulos cada uno de nosotros. En este sentido, en Jesucristo identificamos por un lado al Jesús histórico, el que ocupó un espacio físico en un tiempo concreto y del que sabemos muy poco, y por otro lado al Cristo Universal, el ungido, entendido como una figura simbólica de naturaleza eterna y con la que podemos entrar en comunión.
En la vida de este ser excepcional, encontramos cinco momentos marcantes, cinco episodios que asociamos con hitos de la conciencia, a saber:
El nacimiento en una gruta, en una cueva, la escena de Belén, elemento tierra.
El bautismo en el Río Jordán, a través de la intercesión de Juan el Bautista, elemento agua.
El ascenso y la transfiguración en el Monte Tabor, elemento aire.
La crucifixión en el Gólgota, elemento fuego.
La resurrección y posterior ascensión, elemento éter.
De estos cinco hitos o iniciaciones, hay tres que suelen relacionarse, desde lo simbólico, a aves. ¿Por qué aves? Porque éstas habitan un espacio entre la tierra y el cielo, entre lo de arriba y lo de abajo, y en cierto modo nos recuerdan al alma, en su papel de eterna mediadora entre el cuerpo y el espíritu.
Decía entonces que hay tres etapas que suelen vincularse con aves, la primera de ellas es -obviamente- el bautismo en donde aparece una paloma blanca, en alusión al Espíritu Santo, pero la intención de hoy es situarnos en la fase final de la vida crística, en los momentos finales, en la pasión y resurrección, donde tradicionalmente aparecen dos aves marcantes: el pelícano, relacionado a la crucifixión, y el ave fénix, que se inmola y vuelve a nacer de sus cenizas, en vinculación a la muerte y resurrección.
En la vida de este ser excepcional, encontramos cinco momentos marcantes, cinco episodios que asociamos con hitos de la conciencia, a saber:
El nacimiento en una gruta, en una cueva, la escena de Belén, elemento tierra.
El bautismo en el Río Jordán, a través de la intercesión de Juan el Bautista, elemento agua.
El ascenso y la transfiguración en el Monte Tabor, elemento aire.
La crucifixión en el Gólgota, elemento fuego.
La resurrección y posterior ascensión, elemento éter.
De estos cinco hitos o iniciaciones, hay tres que suelen relacionarse, desde lo simbólico, a aves. ¿Por qué aves? Porque éstas habitan un espacio entre la tierra y el cielo, entre lo de arriba y lo de abajo, y en cierto modo nos recuerdan al alma, en su papel de eterna mediadora entre el cuerpo y el espíritu.
Decía entonces que hay tres etapas que suelen vincularse con aves, la primera de ellas es -obviamente- el bautismo en donde aparece una paloma blanca, en alusión al Espíritu Santo, pero la intención de hoy es situarnos en la fase final de la vida crística, en los momentos finales, en la pasión y resurrección, donde tradicionalmente aparecen dos aves marcantes: el pelícano, relacionado a la crucifixión, y el ave fénix, que se inmola y vuelve a nacer de sus cenizas, en vinculación a la muerte y resurrección.
Publicado:
11 abr 2022
Formato:
Episodio de podcast
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