Todas las parejas están bajo tensión y pueden romper.
Esta época del año es un momento bonito y esperado para poder compartir en familia y vivir tiempos de descanso. Para las parejas, las expectativas son muy altas y las decepciones son numerosas.
Con el cansancio acumulado de todos los acontecimientos del año, con la llegada esperada de familiares o las visitas obligadas, con las vacaciones escolares y laborales, todo está reunido para lo mejor y lo peor de la naturaleza humana.
Las estadísticas no mienten, el fin de año indica muchos conflictos de parejas. A la mitad de diciembre, el potente logaritmo de Facebook registra el nivel más alto de cambios en el perfil sentimental de sus miembros.
Son en estas fechas que las parejas deciden romper, toman una decisión drástica, la cual es la consecuencia de meses de un malestar relacional.
El fin de año es un buen momento para evaluar lo que se ha hecho durante el año, pero que no sea una justificación para tomar decisiones unilaterales que ponen en cuestión años de relación.
¡Con las emociones descontroladas es muy fácil apresurarse, querer borrar todo y empezar de nuevo… sin el otro! La pareja puede ser el blanco fácil de todos los malestares acumulados y ser el chivo expiatorio de nuestros rencores.
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