No saben que se buscan desde hace eternidades.
No saben que se aman sin temor ni vanidades.
Ambos caminan alegres por senderos separados, aunque echando siempre de menos el calor del ser amado.

Sus almas están unidas y sus ojos predestinados: nada habrá que impida que al final se unan sus labios.
Sus guías los observan, sonrientes y expectantes, pues saben que muy pronto, los dos serán amantes.

Ellos ya lo intuyen en sus noches de tinieblas:
"Sé que hay alguien fuera que me ama y que me anhela".
No es amor de un día, ni que se regale a cualquiera, es amor de almas que se adoran y recuerdan.
Su reencuentro está pactado desde esferas celestiales: los ángeles los bendicen y les auguran prosperidades.

Cuando llegue el día marcado, ni ellos lo creerán:
"Cómo es posible este ensueño y este amor sin igual".
Requerirán un cierto tiempo para poderlo asimilar e ir habituándose a lo que es Amor real.
No tardarán en sentir que comparten el mismo camino, y que su encuentro no fue casual, sino fruto del programado Destino.

Las almas se han de encontrar, cuando es el tiempo adecuado, para la evolución que deseaban experimentar.
Resonando al unísono en la vibración más elevada que se pueda manifestar, la de un amor más allá de lo que la mente pueda imaginar.

Mi alma saluda a tu alma...