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En busca de la suavidad: Sanar en un mundo herido  Finding Softness (Spanish edition)
En busca de la suavidad: Sanar en un mundo herido  Finding Softness (Spanish edition)
En busca de la suavidad: Sanar en un mundo herido  Finding Softness (Spanish edition)
Libro electrónico385 páginas4 horas

En busca de la suavidad: Sanar en un mundo herido Finding Softness (Spanish edition)

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Información de este libro electrónico

Un testimonio íntimo y poderoso sobre cómo encontrar propósito, bienestar y conexión en un mundo acelerado.

A sus 27 años, Valeria había cumplido el sueño americano: un trabajo en la banca privada en Miami con un salario de seis cifras, un apartamento frente al mar y acceso a los eventos más exclusivos. Sin embargo, nada de esto lograba llenar el profundo vacío interior que arrastraba desde hacía mucho tiempo. Justo cuando le ofrecieron el ascenso soñado, tomó una decisión radical: dejarlo todo atrás y emprender un viaje en busca de sanación y conexión, consigo misma, con los demás y, sobre todo, con la naturaleza. Pero para lograr una transformación, necesitaría mucho más que una decisión.

En estas páginas, la activista, ecoemprendedora y creadora de contenido Valeria Hinojosa (@waterthruskin) abre su corazón y nos guía a través de los momentos más desafiantes y enriquecedores de su vida, abordando temas como el trauma generacional, la migración, el amor, la salud mental y física, la lucha entre nuestra luz y sombra, y los desafíos de la creación de contenido en la era digital. Con honestidad, compasión y un toque de humor, comparte las lecciones que la ayudaron a redefinir su identidad y adoptar la suavidad como filosofía de vida, brindándote herramientas para reconectar con tu verdadera esencia.

 Dividido en cuatro pilares (Energía de Raíces, de Creatividad, de Despertar y de Vida Suave), la autora nos invita a reflexionar sobre lo que nos llevó a elegir la aceleración en el pasado y nos brinda herramientas para tomar acción en nuestros hábitos cotidianos. Entre ellas:

  • Rituales holísticos para equilibrar cuerpo y mente
  • Meditaciones y afirmaciones para modificar patrones y hábitos
  • Prácticas para despertar tu energía creativa
  • Ejercicios de integración para alinearte a tu propósito
  • Recetas con plantas medicinales, que serán tus grandes aliadas
  • Un glosario con todas las terapias holísticas que la ayudaron en este camino

 Una lectura esencial para nuestros tiempos, que nos recuerda que podemos permitirnos rediseñar nuestra realidad abrazando la suavidad y la lentitud en nuestra vida.

IdiomaEspañol
EditorialHarperCollins
Fecha de lanzamiento30 sept 2025
ISBN9780063343597
Autor

Valeria Hinojosa

VALERIA HINOJOSA nació y creció en Bolivia, y a los 18 años se mudó a los Estados Unidos. Además de ser una reconocida creadora de contenido y emprendedora, se ha convertido en una voz destacada en el activismo medioambiental y el bienestar holístico. Su trabajo ha aparecido en diversos medios internacionales, como Forbes, Vogue, WWD, People, Elle, Telemundo y El País. Vive en una pequeña ciudad de Florida con su esposo y su familia de animales rescatados.

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    En busca de la suavidad - Valeria Hinojosa

    Introducción

    Hace diez años, cuando estaba en la cima de mi carrera en finanzas, decidí dejarlo todo para apostar por mi bienestar y por un sueño: crear una plataforma enfocada en promover la educación medioambiental y la protección de la Madre Tierra. Había pasado mi vida adulta enfocada en gastar sin límites, buscando demostrar ser alguien que no era para encajar en una sociedad que solo valora el éxito material. Mi sueldo como banquera era muy bueno, pero tras renunciar a este trabajo, no tenía suficientes ahorros ni una herencia o un fondo fiduciario familiar de donde sostenerme. Habían pasado nueve años desde que migré con mi madre de Bolivia a los Estados Unidos; había contraído préstamos educativos para poder ir a la universidad, y mis padres no se encontraban en una posición holgada que les permitiera ayudarme. En un abrir y cerrar de ojos, pasé de contemplar el mar desde mi oficina en un rascacielos en Miami a ver cómo un juez, tan confundido como yo, revisaba mi declaración de bancarrota.

    Cuando el juez finalmente dio su veredicto, sentí cómo se esfumaba lo que hasta ahora había entendido como la vida perfecta. Tuve que entregar mi carro, mi departamento y toda la admiración que la sociedad tiene reservada para las personas que reciben un salario de seis cifras. Respiré profundamente, contuve las lágrimas y acepté mi situación. Con la poca energía que me quedaba, metí años de mi vida en un almacenamiento, empaqué una maleta con lo necesario y junto a Coco, mi fiel compañera de cuatro patas, regresé a casa de mi madre, cabizbaja, a pedir posada.

    Si las cosas andaban mal en lo económico, en lo emocional no iban mejor. Había decidido dejar a mi pareja luego de tres años de relación y mi depresión, producto del burnout, no daba tregua. Además, para todos los que me rodeaban, en especial para mi familia, mi bancarrota era un gran fracaso; una vergüenza muy grande de la que no se podía hablar.

    Más adelante, entendería que era justamente este sistema de creencias lo que me había llevado hasta esta situación, que solo podía entender como un vacío espiritual, y que estaba ante la oportunidad perfecta para rediseñarme como persona. En ese momento, sin embargo, el dolor de sentir la decepción de mi familia pesaba demasiado.

    Renunciar a una profesión que no me apasionaba, y que me generaba unos niveles de estrés poco saludables, sería solo el primer paso en el camino hacia recuperar mi poder como ser humano. Sin saberlo, tomar las riendas de mi destino me permitiría también ayudar a sanar miedos y eliminar prejuicios que habían estado presentes en mi familia por generaciones, y que nos llevaron a muchos a perseguir sueños ajenos, en lugar de arriesgarnos a escribir nuestras propias historias, como lo estoy haciendo ahora.

    Esta transformación no sería fácil; toda metamorfosis, aunque enriquecedora, es un proceso largo y doloroso. Tuve que dormir en el sofá de mi mamá por ocho meses. Lloraba en silencio casi todas las noches de tristeza y frustración, pero ni los reproches de ella ni el dolor de ser considerada un «fracaso» o la «oveja negra» de la familia adormecieron la fe que tenía en mi propia voz. Me dediqué a investigar y aprender sin descanso sobre el mundo natural, el activismo medioambiental, la sostenibilidad y la espiritualidad, y a buscar formas de compartir todo ese conocimiento de manera fácil y digerible. Para entonces, acceder a este tipo de información no era tan sencillo como ahora. Fui una de las primeras en crear ese tipo de contenido, y mi plataforma comenzó a crecer.

    Poco a poco, logré reunir los ingresos suficientes para alquilar mi primer departamento posquiebra: un pequeño estudio que convertí en mi santuario. Empecé a viajar por todo el mundo escribiendo sobre hoteles ecológicos; me buscaba la prensa nacional e internacional, y daba conferencias en español y en inglés ante cientos de espectadores. Mi nuevo oficio me permitió crear una de las experiencias mejor vendidas de Airbnb Experiences —un tour por Miami que incluía una introducción al veganismo, clases de yoga y un recorrido para promover el cuidado del océano— y me abrió la puerta a los eventos más grandes del mundo, como los Premios Óscar y el Festival de Cannes, donde coorganicé una cena vegana y un evento ecoconsciente.

    Todo el conocimiento que adquirí durante esta primera etapa como creadora de contenido me dotaría de la sabiduría y fuerza necesarias para crear, un par de años más tarde, varias empresas y una fundación enfocadas en la preservación medioambiental, pero aún tenía mucho que aprender.

    Aunque la misión de mis empresas y plataformas era promover la defensa de la Madre Tierra como algo sagrado, en el afán por difundir mi mensaje y hacer que este fuera escuchado, volví a desconectarme de la naturaleza y de mi propósito. Abogaba por la protección del medioambiente desde la comodidad de mi casa, o entre hoteles y aeropuertos, pero mis manos jamás tocaban la tierra; estaba muy lejos de todo aquello por lo que luchaba, incluyendo mi propio bienestar.

    Había apostado por mí, y otra vez pasaba del «fracaso» al «éxito»: townhouse en Miami Beach, carro eléctrico último modelo y una fila de patrocinadores esperando para hacer alianzas conmigo. Pero ¿a qué costo?

    Por más contradictorio que parezca, la presión de crecer rápido, que me había consumido mental y espiritualmente en el banco, volvía a hacerse presente. Esa mentalidad que nos impulsa a acelerar sin límite para llegar tan lejos como sea posible, aunque no sepamos hacia dónde nos dirigimos. Mi trabajo en redes sociales me daba independencia, pero la necesidad constante de destacar, de ser vista, reconocida y escuchada para demostrar mi valor, me obligaba a estar pegada a las pantallas todo el tiempo, consumiendo y creando contenido a toda velocidad. La codicia de un medio tan competitivo, que nos empuja a competir en lugar de colaborar, me tenía sobrecargada, así como la presión de construir un personaje para mostrar en línea, aunque en casa soñara con ser otra persona.

    Otra vez me encontré trabajando hasta altas horas de la noche, y sin tiempo para ver a mis seres queridos o compartir con mi marido la vida de recién casados. Económicamente, me iba mejor que nunca, ganaba más que en la industria financiera y haciendo lo que me gustaba, pero algo no terminaba de encajar.

    Más adelante entendería que, a pesar de mi sed de transformación, había mantenido un patrón perjudicial. Sí, en los últimos años me había rediseñado por completo como persona con una carrera que abrazaba mi alma y un estilo de vida distinto, pero no había logrado romper con la causa de mi primera crisis existencial: el afán por tenerlo todo, y rápido. Nuevamente comencé a sentirme atrapada, mientras mi energía se drenaba. Ese creciente malestar no tardó en manifestarse en dolores físicos y en una nueva crisis de salud mental.

    Fue así como decidí dejar Miami, la ciudad en la que viví por más de una década, y dónde se encuentra mi familia. Me volqué a abrir mi mente a otras formas de vida y trabajo, y a probar otras maneras de sanación. Tras años de búsqueda espiritual, me encontré con el concepto de la suavidad. Esta filosofía, hasta entonces totalmente desconocida para mí y para quienes me rodeaban, se me presentó como una medicina maravillosa y transformadora que hoy quiero compartir contigo. Al decidir vivir una vida suave, aprendí que nunca es tarde para recrearnos en función de nuestro bienestar y del mundo que nos rodea, y esta es mi invitación a que lo intentes tú también.

    En estas páginas, te llevaré por aquellos episodios y situaciones de mi vida que me abrieron los ojos y el corazón a la necesidad de buscar un cambio; momentos demasiado intensos y complejos como para resumirlos en un video de pocos segundos para las redes. Experiencias que me impulsaron a regresar a mi centro para crear una realidad que estuviera alineada conmigo. En cada capítulo, compartiré también las reflexiones y herramientas que me han ayudado a desacelerar en mi día a día, y me han permitido reconstruir dinámicas y hábitos cotidianos para reconectar con la energía sanadora de la naturaleza.

    Te doy la bienvenida, hermana. Agárrate fuerte, y acompáñame en este viaje de luces y sombras. Vamos a caminar hacia el alma.

    ¿Qué es la suavidad?

    Tomarme un café cargado, conducir, asistir a reuniones, comer frente al computador, responder emails, happy hours, ir al gimnasio, pedir comida a domicilio, tomar pastillas para dormir y volver a empezar. Mi rutina de banquera era a la vez monótona y agitada: rápido, rápido, rápido. Cada mañana me enfundaba en vestidos tan ceñidos que apenas me dejaban respirar, y usaba tacos tan altos que duraba con dolor de espalda y rodillas todo el día. Me alaciaba el cabello con esmero y usaba mucho maquillaje. Si en ese momento me hubieran mostrado a mi yo del futuro, jamás me habría reconocido. Luego, a mis treinta y cuatro años, me encontré en una situación similar, pero trabajando en casa. Desde que abría los ojos hasta que los cerraba, priorizaba mis plataformas sobre mi salud espiritual, mental y física. Fue por eso que decidí dejar Miami para irme a explorar la vida en México, en las montañas, por primera vez. Volví a caminar descalza, aprendí a cantar mantras mientras preparaba con paciencia mi cacao matutino, a dejar a diario ofrendas en mi altar en señal de gratitud, a pedirles permiso a las hierbas del jardín antes de cortarlas, a vivir con varios animales rescatados y a tomar decisiones siguiendo las fases de la luna. Pero aún necesitaba un cambio más profundo.

    Quizás hayas oído hablar de la «vida lenta». Encontrarme con este concepto fue una revelación para mí. Como tantos otros millennials, creía que la solución a mis problemas estaba en dejar la ciudad e irme de los Estados Unidos; abandonar el sistema para mudarme a un pueblito rodeado por montañas. Y aunque en principio fue un idilio maravilloso, pronto la vida se encargó de recordarme que no basta cambiar de ubicación si llevamos con nosotros el peso del burnout laboral, los traumas, las relaciones tóxicas y los hábitos dañinos. Puedes irte al lugar más sereno del mundo en busca de conexión, pero, si no has soltado esa mentalidad acelerada e individualista, no verás mayor diferencia. Aunque te rodeen hectáreas de verde en vez de edificios de concreto, si no acoges verdaderamente la lentitud como filosofía de vida, tu mente y sistema nervioso no estarán en paz.

    Ahora bien, pasarse los días en una hamaca, con una kombucha en una mano, un libro en la otra, contemplando los pajaritos sin preocupación alguna, tampoco es un estilo de vida viable o sostenible. Soy consciente de que explorar este estilo de vida es un privilegio que me ha dado independencia económica y laboral, pero uno no «tiene que ser rico para vivir lento», ni solo «los jubilados pueden darse ese lujo», como muchos me han dicho. Vivimos en un mundo donde todos necesitamos trabajar de alguna u otra manera, tanto para satisfacer nuestras necesidades básicas como para aportar a nuestra comunidad. Reducir el ritmo no es sinónimo de inacción, y el crecimiento espiritual y la ambición profesional no son excluyentes. Uno puede explorar su potencial laboral a un ritmo suave, y encontrar un balance sano entre el trabajo y la salud mental.

    Quizás para sorpresa de muchos, mi marido y yo sí trabajamos, ¡y bastante! Tenemos empresas, compartimos gastos y unimos nuestras energías en todo lo que creamos. La diferencia es que hoy trabajo con más consciencia, permitiéndome crear una rutina y una agenda espiritual tan poderosa como la laboral. Entendiendo que una mente que no descansa bloquea el flujo de la energía creativa, ingrediente necesario para llevar a cabo cualquier tipo de labor y conectarnos genuinamente con la suavidad.

    La aceleración, por el contrario, nos desconecta de nuestros deseos, pasiones y valores, así como de nuestra comunidad y de la naturaleza. La vida rápida nos empuja a correr infinitamente detrás de una recompensa tras otra, sin detenernos a preguntarnos por qué lo hacemos, cuál es la meta, o si algo de esto nos satisface de verdad.

    La buena noticia es que la rapidez es un patrón que nos ha sido heredado a través de varias generaciones y, en ese sentido, no nos pertenece; tenemos el poder de cambiarlo. Pero esto no sucede de la noche a la mañana. Vivir más suave es el resultado de un proceso que nos permite ver el mundo de otra forma, con más compasión y dulzura. De estar completamente presentes en cada instante para nosotras y para los demás. De aprender a soltar el control, y confiar en que cada dificultad es una oportunidad de crecimiento espiritual y personal. La desaceleración empieza en nuestro interior.

    Al permitirnos dejar de lado los prejuicios, y darnos el regalo de la introspección y la suavidad, nos damos cuenta de que todos los seres humanos somos, en esencia, bondadosos. En este espacio de claridad, comprendemos la interconexión que existe entre nuestro bienestar mental y espiritual, y la salud ambiental. Que no somos seres aislados, sino sociales, que habitamos en un mundo compartido con otros seres vivos que debemos honrar y cuidar.

    En palabras más sencillas: para sanar al mundo, tenemos que empezar por trabajar en nosotros mismos. Si logramos sanar individualmente, lograremos sanar en comunidad.

    He pasado los últimos cuatro años investigando sobre rituales, prácticas holísticas y de crecimiento espiritual, alimentación consciente, comunicación honesta y reprogramación neurológica, plantas medicinales, entre otros. En este libro, quiero compartir contigo todo lo que he aprendido y que me ha ayudado en este camino, para que tú también puedas enamorarte de la suavidad y empezar a sanar desde la raíz.

    Tocar fondo para tocar el cielo

    Si agarraste este libro porque te llamó la atención o te generó curiosidad, considéralo una señal. Pregúntate: ¿en qué momento la vida se te convirtió en una maratón interminable? ¿Cuánto llevas sin descansar de verdad? ¿Qué has sacrificado por perseguir una carrera? ¿Cuánto estrés has acumulado en tu cuerpo al normalizar la ansiedad? ¿Cuántas pastillas tomas para adormecer los malestares físicos en lugar de buscar la fuente de ese dolor? ¿A cuántas reuniones familiares o encuentros con amigos no asististe por quedarte trabajando? ¿Por qué sientes la necesidad de contestar las llamadas o correos de trabajo todo el tiempo? ¿Por qué pasas horas en redes sociales, pero te cuesta tanto atender el teléfono cuando llaman tus padres? ¿Por qué buscas relaciones que te alejan de tu verdadero y mejor ser? ¿De dónde nace esa presión por encontrar pareja, comprometerte, casarte o tener hijos?

    Si sientes que tu trabajo te agota y no saca lo mejor de ti, si vives presa del estrés y las cosas no fluyen como quisieras, si sientes que debes luchar cada día contra un vacío interno inexplicable, si crees que perdiste la creatividad, si quieres soltar miedos e inseguridades, si te sientes sola o si simplemente quieres aprender a conectarte mejor con el mundo, confío en que este libro tiene mucho que aportarte.

    Considera esta búsqueda compartida porque, al escribir este libro, también sano yo. Al componer cada párrafo tuve que repasar años críticos de mi vida, y revisitar momentos dolorosos que ahora entiendo fueron formativos. Revivirlos me llena de humildad, esperanza y amor propio. Al presionar las teclas de mi computadora para transformar mis memorias y experiencias en palabras que darán vida a este libro, yo también logro florecer. Cada página escrita es un recordatorio de mi proceso, de mi vida y un abrazo apretado a mí misma.

    ¡Te agradezco desde el alma por darme esta oportunidad! Gracias por agarrar mi libro y permitirme compartir contigo mi historia y los mensajes que la naturaleza me ha regalado en la última década. Gracias por leerme con una mente y corazón abiertos; sobre todo, gracias por atreverte a cuestionar los hábitos y las creencias que quizás no te han hecho genuinamente feliz. Este es el momento de observar sin prejuicios, de soltar lo que te ha estado drenando energéticamente, y de abrazar la luz y magia que tienes por dentro. No estás sola. Aquí voy yo a tu lado.

    Nota: verás que a lo largo de estas páginas muchas veces me dirijo a ti en femenino. Aunque escribí este libro para toda persona que resuene con él, el español dificulta el uso de un lenguaje neutro, y decidí privilegiar el femenino porque estas páginas también están dedicadas a la naturaleza, a la Tierra, a nuestra Madre. Cuando me comunico con la naturaleza, le hablo a ella: la Diosa. La energía femenina de la Madre Tierra despertó el sagrado femenino en mí. Mujer, sanadora, compasiva, dulce, libre, creadora, fuerte, resiliente. Espero que, al leerme, te sientas como en casa, sin importar el género con el que te identifiques. Estas páginas le hablan, sobre todo, a tu versión más humana y real.

    Cómo está estructurado este libro

    Todo tiene un propósito. Dividí este libro en cuatro energías relacionadas con los ciclos de la naturaleza, las cuales, según experiencia, son pilares de una vida suave:

    Energía de raíces

    Energía de creatividad

    Energía del despertar

    Energía de la suavidad

    Cada uno de estos pilares o energías tiene su propia fuerza y elemento natural. Por ejemplo, la Energía de raíces está conectada con el elemento tierra y el chakra de raíz, y nos habla de nuestros cimientos, de dónde venimos, de dónde vienen nuestras creencias e inseguridades, qué patrones generacionales estamos repitiendo y cómo caminamos por el mundo.

    En cada pilar, te hablaré de las experiencias que me han llevado a recorrer el camino hacia una vida suave y a mi ritmo, y te brindaré herramientas para emprender tu propio camino de transformación y sanación. También compartiré prácticas físicas y espirituales que puedes realizar en casa para detectar hábitos que no te nutren, así como algunas bases teóricas que las respaldan, autores y libros que me abrieron la mente y terapias holísticas que me ayudaron a sentir, liberar y regenerar.

    Estas prácticas también te ayudarán a encontrar calma y seguridad, sobre todo para los momentos de crisis que vienen con cualquier metamorfosis. Estos ejercicios me han apoyado mucho, y han aportado sabiduría y valor a mi camino.

    Al concluir cada pilar, compartiré contigo:

    Un ritual, que será como un abrazo para tu alma. Te guiará para crear un espacio en tu agenda, especialmente en los días más ocupados, para conectar con una intención que te bañe de luz y frecuencias altas.

    Hierbas medicinales o flores que podrás utilizar en infusiones, baños, sahumerios y otros rituales para conectar y descubrir el poder curativo de la naturaleza.

    También, afirmaciones personales y un mantra budista (palabras que puedes repetirte como meditación o cantarlas cada día) enfocado en desbloquear el chakra que exploramos.

    Espero que a través de estas páginas logres expandir tu corazón. Que aprendas a ver tus piezas rotas como pilares de resiliencia, y el dolor como sabiduría acumulada. Que comprendas que tienes todo lo que necesitas para reconstruirte e irradiar ese sentimiento de plenitud al mundo. Espero que mis anécdotas te inspiren a ver el cambio con otros ojos, para soltar, sanar, aprender y crecer.

    Ya sea que estés en un proceso de entrega y confiando plenamente en el universo, o que recién estés comenzando a explorar otras maneras de ver el mundo, aquí estoy contigo.

    Antes de empezar, te pido lo más importante, una promesa. Desde hoy, la manera en que te ves, te hablas y te refieres a ti misma cambia. Vamos a sustituir las afirmaciones negativas por declaraciones que te nutran. Lo tachado queda atrás. Hoy das la bienvenida a tu versión más hermosa y pura:

    Soy rara. Soy fuera de lo común.

    Estoy loca. Soy libre de ir en busca de la vida que quiero.

    Soy un fracaso. Mis tropezones son una oportunidad para crecer.

    Mi miedo es un obstáculo. Mi miedo es energía. Puedo mover esa energía por mi cuerpo y transformarla en una oportunidad.

    Mi sensibilidad es una debilidad. Mi sensibilidad es una prueba de que estoy conectada con la naturaleza y el universo.

    Estoy sola. Todo ser de luz y ancestro me protege, guía y celebra. Honro mi sensibilidad para escucharlos o sentirlos.

    Repite estas afirmaciones tantas veces como lo necesites. ¡Abraza tu suavidad con fuerza, amiga querida!

    Ahora sí, ¿lista? Aquí vamos. A navegar profundo en la inmensidad de nuestras almas.

    Dibujo de una planta pequeña con su raíz

    Primer pilar

    Energía de raíces

    Para emprender el camino hacia la suavidad necesitamos primero entender qué nos empujó a elegir la rapidez.

    Temas: familia, sociedad y sistema de creencias.

    Puntos de reflexión: ¿cómo ves la vida? ¿Cuál es tu relación con la abundancia y la estabilidad? ¿Sientes unos cimientos sólidos y seguros? ¿De dónde vienen tus miedos? ¿Cómo te relacionas en el presente con tus raíces?

    Elemento natural: tierra

    Chakra: raíz

    Representación en el cuerpo: pies, piernas, rodillas, órganos de eliminación, nervio ciático, glándulas suprarrenales y testículos. (En las mujeres, los órganos reproductores caen bajo el chakra sacral y la Energía de Creatividad)

    * * *

    El delicioso aroma del café cubano impregnaba la oficina y alentaba el tecleo acelerado de mis compañeros, que resonaba en los pasillos. Yo, como todas las mañanas, había escondido debajo del escritorio mis tacones de suela roja para poder sentarme descalza, en posición de loto, como una yoguini, sin que nadie se diera cuenta. De la mesa para arriba, me veía elegante, con el pelo alaciado, el maquillaje intacto y un terno de diseñador perfectamente planchado. De la mesa para abajo, era libre.

    Los correos y el trabajo se me acumulaban en la bandeja de entrada, pero esa mañana me sentía particularmente ansiosa y no podía quitarle la vista de encima al mar. El agua cristalina me recordaba a diario la libertad que había perdido. Este era el segundo banco para el que trabajaba. Había dejado mi compañía anterior confiando en que ese era el cambio que necesitaba para hacer desvanecer mi depresión. En ese tiempo que pensé sería eterno y no tan solo una transición, por primera vez en años volví a tener horas libres y decidí dedicarlas a certificarme como profesora de yoga. Cuando me gradué, con mucha emoción me hice un tatuaje en sánscrito en la muñeca que dice: «Deja que tu alma brille». Quería algo simbólico que me recordara mi decisión de dejar el mundo corporativo para seguir mi propia voz, pero el miedo a perder la estabilidad económica que con tanto esfuerzo había conseguido fue más fuerte. Ahí estaba, meses más tarde, otra vez en una oficina, en la misma industria, tratando de esconder el tatuaje de mis colegas y clientes. ¡Vaya recordatorio! Al mirar mi piel ya no sentía orgullo sino un dolor de corazón.

    Inesperadamente, uno de mis jefes entró a mi oficina con una alegría que me pareció sospechosa, ya que la industria financiera no es conocida precisamente por su felicidad contagiosa. Mirándome con suspicacia, me entregó una carpeta.

    Desde hacía meses, yo llevaba una doble vida, aprovechando cada pequeño descanso en mi carrera de banquera para sacar mi computadora portátil y ponerme a escribir para waterthruskin.com, el blog de vida ecoconsciente y veganismo que había empezado como hobby ese mismo año. En ese espacio revivía mi amor por la naturaleza, me desahogaba, ponía mis pensamientos y emociones por escrito, y me conectaba con personas con puntos de vista similares. Sobre todo, era mi escape de una profesión que no me hacía feliz y de la rutina tan monótona que me había atrapado, adormeciendo todo rastro de curiosidad y suavidad en mi vida. Cautiva. Como un pájaro enjaulado.

    Era muy buena en mi trabajo porque me educaron bajo la máxima de «siempre sé la mejor en lo que hagas», pero no necesariamente lo disfrutaba y me sentía prisionera de mi propio

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