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Mecánica poética: Cómo leer y escribir poemas
Mecánica poética: Cómo leer y escribir poemas
Mecánica poética: Cómo leer y escribir poemas
Libro electrónico294 páginas4 horas

Mecánica poética: Cómo leer y escribir poemas

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¿Qué hace que un poema sea bueno? ¿Qué significa eso? ¿Y cómo se escribe un poema así? Solemos asociar los poemas a conceptos difíciles de definir como el misterio y la inspiración, dos palabras que están muy relacionadas con la poesía, sí, pero que no ayudan mucho a la hora de intentar encontrar un método práctico y útil para escribir poemas que convoquen la emoción en los lectores. Este curso propone una aproximación estratégica y técnica a la escritura poética, desentraña los mecanismos internos que posee todo poema y nos indica un camino para superar la dificultad que implica siempre la creación poética.
"Mecánica poética" desmitifica la poesía ofreciendo explicaciones sencillas para los fenómenos complejos que ocurren dentro del poema. Este manual está pensado para acompañar a quien escribe poemas, pero también para ayudar a quien quiera disfrutar más de su lectura. Ben Clark pone sus años de experiencia al servicio de los poetas que quieran profundizar en su escritura con un lenguaje cercano, ameno y que invita a la creación.
IdiomaEspañol
EditorialAlba Editorial
Fecha de lanzamiento19 feb 2025
ISBN9788411781428
Mecánica poética: Cómo leer y escribir poemas
Autor

Ben Clark

Ben Clark es poeta y traductor. Ha publicado, entre otros, los poemarios "Los hijos de los hijos de la ira" (Premio de Poesía Hiperión), "Cabotaje" (Delirio, 2008), "Basura" (Delirio, 2011), "La Fiera" (Sloper, 2014), por el que obtuvo el Premio El Ojo Crítico de RNE de Poesía 2014, "Los últimos perros de Shackleton" (Sloper, 2016), "La policía celeste" (Visor, 2018), por el que obtuvo el Premio Loewe de Poesía y "Armisticio" (2008-2018) (Sloper, 2019). Ha traducido la obra poética de Edward Thomas, Anne Sexton, Stephen Dunn y Saul Williams, entre otros. Es patrono de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores de Córdoba y tutor de poesía de los residentes becados. Desde 2020 imparte la asignatura de Poesía en el Máster Virtual de Escritura Creativa de la Universidad de Salamanca. Actualmente dirige desde Mérida, el sello editorial Isla Elefante, especializado en poesía contemporánea. Ha impartido talleres de creación poética en España, Reino Unido, México, Uruguay, Colombia, República Dominicana y Corea del Sur y ha sido miembro de los jurados de numerosos premios de poesía entre los que destacan el Premio de Poesía Generación del 27, el Premio Loewe, el Premio El Ojo Crítico de RNE, el Premio de Poesía Joven de RNE, el Premio de Poesía José de Espronceda, el Premio Ciudad de Palma, el Premio Ciudad de Estepona, el Premio de Poesía Vicente Núñez y el Premio Hiperión. Su último libro es "Demonios" (Sloper), Premio de la Crítica de poesía castellana 2023.

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    Mecánica poética - Ben Clark

    Con el desarrollo del poema emerge un sentido que va más allá del hecho particular.

    JOHN CIARDI

    En un poema siempre encontramos algo que no podemos analizar porque solo existe en el poema como conjunto.

    MARJORIE BOULTON

    En la noche dichosa,

    en secreto, que nadie me veía,

    ni yo miraba cosa,

    sin otra luz y guía,

    sino la que en el corazón ardía.

    SAN JUAN DE LA CRUZ

    Nota de bienvenida

    No sería extraño comenzar con la búsqueda de una definición. ¿Qué es la poesía? Casi todos los manuales –y hoy tenemos la suerte de contar con muchos– dedican sus primeras páginas a esta pesquisa. Y hacen bien. Resulta imprescindible, por ejemplo, saber qué es un reloj antes de esforzarse por comprender su complejo mecanismo (aunque para darle uso a ese reloj y para disfrutar de sus cualidades estéticas no es preciso saber cómo funciona). Pero la poesía presenta un problema: parece ser que entender qué es, o más bien, la búsqueda de este entendimiento, forma parte de la escurridiza materia que conforma la propia poesía. En otras palabras, el viaje a Ítaca, como nos recuerda Constantinos Cavafis, es el verdadero destino: parece que solo podremos acceder a la poesía buscando la poesía.

    Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,

    pide que tu camino sea largo,

    rico en experiencias, en conocimiento.

    (Traducción de José María Álvarez)

    Aunque una definición pueda parecer importante –sobre todo para quien se acerca, con una mezcla de desconfianza y temor, por primera vez a esta disciplina–, la realidad es que las personas que escriben poemas no suelen preocuparse mucho por encontrar una definición, pues cada poema, según funcione o no (aunque es ilustrativo hablar de «buenos poemas» o «malos poemas», resulta más práctico aquí hablar de poemas que funcionan y poemas que no funcionan, término en el que indagaremos más adelante), viene a confirmar lo que es o no es la poesía. La famosa respuesta de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), en su «Rima XXI»,

    –¿Qué es poesía? –dices mientras clavas

    en mi pupila tu pupila azul.

    –¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?

    Poesía... eres tú.

    es hoy en día un lugar común, casi un tierno chiste dentro del gremio. Pero no deja de contener una idea muy valiosa para nuestros propósitos: sugiere que la poesía está en otro lugar, distinto al poema; un planteamiento que nos puede servir para ir configurando algunas ideas sobre cómo (y, sobre todo, dónde) encontrar la poesía.

    En este libro no hablaremos de lo que es la poesía –aunque tampoco hablaremos de otra cosa–; hablaremos bastante de lo que es el poema, de la anatomía del poema, sí, pero sobre todo de la vida del poema. El poema vive gracias a la poesía. Los y las poetas del mundo saben que han tocado esta cosa indefinible que es la poesía cuando escriben un poema que funciona, de la misma manera que un poema que no funciona nos recuerda lo complicado que resulta convocar la poesía. Todo esto lo expresó mucho mejor –pues lo hizo, naturalmente, con un poema– el ovetense Ángel González (1925-2008) en su «Poética a la que intento a veces aplicarme»:

    Escribir un poema: marcar la piel del agua.

    Suavemente los signos

    se deforman, se agrandan,

    expresan lo que quieren

    la brisa, el sol, las nubes,

    se distienden, se tensan, hasta

    que el hombre que los mira

    –adormecido el viento,

    la luz alta–

    o ve su propio rostro

    o –transparencia pura, hondo

    fracaso– no ve nada.

    Así que, con el deseo de que veas tu propio rostro en los poemas que leas y en los poemas que escribas, quiero darte una calurosa bienvenida a este libro, con el que recorreremos juntos los senderos que conducen a la manufactura de un objeto insólito: el poema. Esta guía está pensada para personas que quieran escribir poemas y, también, muy especialmente, para personas que quieran disfrutar más a la hora de bucear en poemarios y antologías.

    Siento un amor inmenso por el milagro mínimo que representa un verso conmovedor o un poema memorable, y mi intención es transmitirte una emoción, si no igual, por lo menos muy parecida.

    En un mundo dominado por la velocidad y por la imagen, quiero reivindicar el poder que tiene, todavía, la poesía. Hubo un tiempo, no tan lejano, cuando casi todas las cosas estaban todavía por inventarse y «el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre», en que la poesía era lo único que teníamos. Cuando, hace 300 000 años, en lo que hoy es Marruecos, un antepasado nuestro se arrodillaba junto a su hija con apendicitis, las palabras eran su único recurso, lo único que tenía... lo único que teníamos como especie. De esas primeras invocaciones desesperadas, de esos primeros cantos mágicos, de esas primeras canciones nacerían luego las religiones, la política, los géneros literarios y todas las bibliotecas del mundo. Pero antes fueron solo poemas, y después, y hasta hoy, siguen siendo eso, solo poemas, pero ya no creemos en su magia, ya no confiamos la vida de nuestras hijas enfermas a sus sonidos aliterados y rítmicos. ¿Por qué? Porque hemos perdido la confianza en su poder; seducidos por la prodigiosa técnica y sus incuestionables avances, y su innegable efectividad, vamos dejando atrás la palabra. La imagen nos domina. Incluso nuestras redes sociales, en el transcurso de los pocos años que han pasado desde que llegaron a nuestras vidas, han ido prescindiendo, lenta pero inexorablemente, del texto en favor de la imagen. Quiero traer aquí las palabras de mi maestro Antonio Gala, quien, en 2005 –cinco años antes de que se fundara Instagram–, dijo en una conferencia: «Hoy en día se suele decir que una imagen vale más que mil palabras, como si no hicieran falta siete palabras para decir esa frase». La palabra es importante todavía, los poemas son poderosos todavía, y en este libro vas a descubrir por qué.

    BEN CLARK

    Mérida, Badajoz, noviembre de 2024

    Cómo utilizar este libro

    Este libro se plantea como un curso de nueve semanas y media. Ni que decir tiene que se puede leer/realizar en menos tiempo o durante un período más largo. Eso sí, recomiendo seguir el itinerario sugerido. Su estructura se corresponde con las nueve etapas en las que, después de muchos años de talleres poéticos, entiendo que se divide el proceso de escribir poemas:

    Reflexionar sobre qué hace falta para escribir poemas.

    Entender cuál es el mecanismo del poema.

    Distinguir entre poemas en verso y poemas en prosa.

    Entender qué son los recursos literarios.

    Entender qué son los campos semánticos y los campos asociativos.

    Escribir.

    Aprender a corregir.

    Aprender a confeccionar un poemario.

    Reflexionar sobre nuestros propósitos a la hora de escribir.

    El curso se centra en los poemas fabricados con palabras escritas, por eso se dedica todo un apartado a los poemas en verso y en prosa. Hay muchos otros tipos de poemas de los que este curso no se ocupa: poemas visuales; poemas digitales; poemas orales (spoken word), poemas escénicos, etcétera. Sin embargo, creo que todos estos posibles desarrollos del poema (y los que han quedado sin mencionar) trabajan con los mismos mecanismos, y una buena manera de aprenderlos es elaborar poemas con palabras escritas. Esto no quiere decir que debamos desdeñar la lectura en voz alta o la recitación. Hacerlo sería un error. Como dice uno de los faros de este curso, Marjorie Boulton (1924-2017), «la poesía, en la misma medida que el teatro, debe ser representada, debe ser escuchada más que leída con el ojo». Al viajar por este curso, nuestro motor será el ojo, pero nos guiará el oído.

    Este libro contiene treinta prácticas. Para hacerlas te recomiendo adquirir un cuaderno o una libreta que utilices solamente para este curso. Si sueles trabajar con un ordenador o con un dispositivo móvil, te animo a que prescindas de ellos ahora y a retomar el contacto con la experiencia de escribir a mano, algo que nos proporcionará una atención y un ritmo que la escritura agradecerá.

    Al final de cada una de las seis primeras semanas de aprendizaje se incluye una bibliografía recomendada. Son poemarios o antologías en los que encontrarás parte de la teoría de esas semanas llevada a la práctica. Te animo a buscar estos libros en librerías o en bibliotecas públicas. Todos los poemarios recomendados han sido publicados en España después del año 2005 y lo fueron originalmente en castellano. He seguido este criterio con la esperanza de que facilite el acceso, aunque al hacerlo se quedan fuera muchas obras excelentes. Con todo, y pese a las ausencias, creo que la bibliografía ofrece un buen itinerario lector de la poesía contemporánea en castellano, y ojalá te decidas a bucear en él. Te animo a ir mucho más allá y a leer todos los poemarios que puedas, traducidos o en los idiomas que conozcas, pensando en los conceptos que vamos a manejar. Leer poemas con un ojo puesto en los mecanismos que los hacen funcionar es una manera excelente de aprender, pero también de disfrutarlos más. Conocer los secretos de un poema no lo hace menos misterioso, porque es verdad que hay algo mágico que solo existe en el poema como conjunto.

    Semana 1

    1. Las tres cosas que aprendí mientras escribía mi poema

    Escribir un poema no es fácil. Suelo decir en mis talleres de poesía que la práctica, los años de lecturas y los poemas fallidos ayudan a que sea cada vez más fácil. Pero te confieso que no es cierto. Tengo, a pocos metros de mí, una estantería llena de libros sobre cómo se escribe un poema. Algunos son excelentes y otros, además de excelentes, son difíciles de encontrar y fueron caros. Los adquirí, a lo largo de los años, a modo de inversión, con la secreta esperanza de que me proporcionaran la valiosa y definitiva respuesta a la sencilla pregunta de siempre: «¿Cómo se escribe un poema?». Hay manuales que se titulan precisamente así: «Escribir un poema»; «Cómo escribir poesía» o incluso «El secreto de escribir versos». Otros sugieren revelaciones casi científicas, como «Una anatomía de la poesía», y otros, quizá menos excelentes, intentan seducir con promesas de síntesis, como «Poesía para tontos». Pero ninguno revela cómo se escribe un poema y, a la vez, todos, incluso los malos, explican bien cómo escribir un

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