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La percepción Divina: La verdadera identidad de la humanidad es el amor
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La percepción Divina: La verdadera identidad de la humanidad es el amor
Libro electrónico82 páginas1 hora

La percepción Divina: La verdadera identidad de la humanidad es el amor

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Dios, con gran amor y felicidad durante su nueva creación, incluyó el árbol de la vida en el jardín del Edén. El plan de amor perfecto de Dios era que Adán y Eva rechazaran la tentación de pecar y, así, no conocieran el mal. Entonces, podrían comer de este árbol y heredar la inmortalidad a la humanidad. En este libro analizamos la vida humana si no existiera el pecado, y como el humano puede, a través de su percepción divina, ver más allá de lo que puede ver con su percepción humana. Con la vestimenta de la percepción divina logra encontrar y sentir la verdadera felicidad interior, la cual, solo se puede sentir cuando se es consciente de la presencia de Dios en la vida diaria. También se analiza como el diablo, que odia al hijo de Dios, le ofrece una percepción maligna, con la cual se crean pecados personalizados. El humano, al confundirse, se siente dios de su propia vida y solo quiere hacer su voluntad. Esto le lleva a negar su amor a Dios, a la creación y a la humanidad. Al negar su amor, sin darse cuenta, se niega el amor a sí mismo. Así, el diablo logra mantener al humano en constante angustia y depresión y trata de destruirlo. Su objetivo es llevarlo a querer suicidarse o desear la muerte de los demás. Cuando el humano decide pedir perdón a Dios, y rechaza su propia voluntad, entonces, recupera su percepción divina. Al recordar y aceptar que Dios es su creador, su espíritu se llena de amor. Se da cuenta que su deber, como hijo de Dios, es solo perdonar y amar.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 jul 2020
ISBN9781098038021
La percepción Divina: La verdadera identidad de la humanidad es el amor

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    La percepción Divina - Sandra Cuevas De Gracia

    La Creación

    En el principio, Dios, lleno de amor, y con gran alegría, creó los cielos y la tierra. El primer día ordenó que sea la luz y separó la luz de las tinieblas y así hizo el día y la noche. El segundo día ordenó la separación de las aguas y así creo los cielos. El tercer día separó el agua de la tierra para crear océanos, ríos y lagos. En la tierra, ahora seca, ordenó Dios se produjera todo tipo de hierba verde, árboles que den todo tipo de fruta y que todo tenga semilla para reproducirse. El cuarto día creó el sol y la luna, para que sirvan de señales para las estaciones, para días y años. También este día creó las estrellas. El quinto día Dios ordenó la creación de todo tipo de aves y de todo tipo de animales que habiten los mares. Dios bendijo a estos seres vivientes y ordenó se multipliquen. El sexto día Dios ordenó la creación de todo tipo de animales de la tierra, este día también creó Dios al hombre, lo formó del polvo de la tierra y sopló en sus narices el aliento de vida. Después hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y tomó una de sus costillas y con esta creó a la mujer. A imagen suya Dios los creó, varón y hembra. En seis días creó todo y acabó Dios su obra, el séptimo día bendijo Dios al día séptimo, sábado, y lo santificó.

    Gran amor y alegría sentía Dios al crear los cielos y la tierra. La creación misma expresa este gran amor que es Dios mismo. La majestuosidad de las montañas, con tanta variedad en ellas, algunas llenas de vegetación, otras de piedras o de arena de diferentes colores. Los cielos con el sol, la luna, las estrellas y nubes. Los mares, los ríos, las cascadas, los bosques, las selvas, las islas. Tantos animales de la tierra con diferentes aspectos y actitudes, unos grandes, otros pequeños, unos con piel lisa o peluda, otros con piel rasposa. Los mares llenos de tanta variedad de seres vivientes, las ballenas, los delfines, los tiburones. Esos peces de diferentes tamaños, tan hermosos, de diferentes texturas y algunos luciendo varios colores. Todo tipo de hermosas aves de diferentes aspectos y de varios colores. Los árboles y las plantas de diferente género que producen todo tipo de frutas, verduras y flores hermosas.

    La creación de Dios es de gran variedad, Dios es muy creativo. Cuando exploramos su creación logramos entenderlo mejor. Dios hizo variedad en todo lo creado, inclusive en los humanos. A los primeros humanos, Adán y Eva, Dios les dio genes para procrear humanos con diferentes aspectos; diferente color de ojos, diferente tono de piel, diferentes rasgos de ojos. Por eso la humanidad, al igual que todo lo creado, tiene diferentes aspectos. Todos los humanos somos descendientes de los mismos padres, Adán y Eva y, a la vez, de Dios mismo. Todos somos hermanos y, a la vez, todos somos hijos únicos para Dios. En lo terrenal todos los humanos son parecidos, pero se comprueba que cada humano tiene una huella digital única, la cual lo distingue de los demás. La creación de Dios es perfecta y hermosa, y la creación existe gracias al amor de Dios.

    Al terminar Dios su creación vio que era perfecta y estaba muy contento y muy satisfecho. Pero en el cielo, un ángel que era muy querido, llamado Lucifer, que ahora también llamamos diablo, sintió envidia de la creación de Dios. Ahora decide negar su amor a Dios y ya no servir más a Dios, porque él quiere también ser como Dios y tener quien le sirva. El diablo logra engañar a varios ángeles del cielo y con la ayuda de estos ángeles rebeldes, ahora va a la tierra a querer apoderarse de los hijos de Dios. Su propósito, arrebatarle estos nuevos hijos a Dios, para tenerlos a su servicio propio. Aunque sabe que Dios lo creó a él y que así como lo creó lo puede destruir, aun así, decide retarlo en lugar de servirle. El diablo ahora vive en desamor, vive en tinieblas y en constante angustia y, al igual, todos los que le siguen. Pero Dios es perfecto amor, y no quiere que nadie le sirva por obligación o por miedo, sino solo por amor. Por eso da la oportunidad al humano a que él mismo decida su destino.

    En el Jardín del Edén había dos árboles muy importantes; el árbol de la vida y el árbol del bien y el mal. Dios le permitió al humano comer de todos los árboles del jardín, pero le prohibió al humano comer del árbol del bien y el mal. En su gran amor, el deseo de Dios era que el humano no conociera el mal. Que hermosa hubiera sido nuestra historia humana si el humano no hubiera desobedecido y si el pecado no existiera. Puedo entender que Dios nos ama demasiado y que su plan era que sus hijos fueran una humanidad que viviera en completo amor.

    Si el pecado no hubiera existido, puedo imaginar al diablo, hablando a través de la serpiente, viniendo a Eva y ofreciéndole comer del árbol del bien y el mal. En amor y obediencia perfecta, me imagino a Eva rechazando la oferta de comer la fruta del árbol prohibido y explicándole al diablo, que Dios es amor, que Dios le dio la vida, que está muy agradecida

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