...Tal vez me equivoqué...
Por María Prado
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También, a lo largo del escrito, se puede observar el contraste entre la protagonista y la natura, es decir que, así como se ejerce el machismo se manifiesta por sobre la natura. Que, así como la caminante se sintió amenazada, desprotegida, desamparada y bastardeada, así se encuentra actualmente el contenido natural y arqueológico de un paraíso salvaje y extremo del mundo.
Este libro finaliza con un apartado de reflexión que exhorta a las sociedades, de que las respuestas de cada hombre y mujer en nuestra cotidianeidad siempre sean desde el respeto y el altruismo, priorizando la integridad humana, la paz y la libertad, no solo para el bien común, sino también para la construcción de una sociedad empática para todas las personas y la natura.
María Prado
María es una mujer fueguina, de familia de antiguos pobladores en la península Mitre y en Ushuaia, Tierra del Fuego. Es madre de Malena. Licenciada en Turismo con especialización Antártica. Durante su vida siempre estuvo involucrada en las ciencias sociales de la región subantártica de la Patagonia y Antártida, y las actividades de aire libre. Trabajó como guía de turismo aventura en Tierra del Fuego y docente de nivel secundario. Actualmente, reside en la Europa nórdica junto a su hija y su perro. Ejerce su profesión como guía polar mientras estudia un doctorado en Ciencias Sociales con orientación a la geopolítica polar y participa de diversos congresos internacionales.
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...Tal vez me equivoqué... - María Prado
Prólogo
Estimado/a lector/a, este relato, aunque parezca una novela de trama ridícula, está basado en hechos reales, pero, antes que nada, me presento: mi nombre es María¹ y me dirijo a usted con el deseo de compartir ese anhelo profundo que he sentido de cumplir mi proyecto caminando en paz, libre e íntegramente por mi tierra natal, pero que resultó ser obstaculizado por confabulaciones, atosigamiento psicológico, abandono humanitario y acoso sexual ejercido por hombres. Fue en una travesía a pie en península Mitre, en la isla de Tierra del Fuego, Argentina, durante el mes de febrero de 2021. Un lugar completamente agreste, aislado, sin ningún tipo de comunicación; solo en los puestos de la Armada Argentina, de la Prefectura Naval Argentina, o mediante navegación marítima. Puede suceder que, dependiendo de las subjetividades o estructuras patriarcales de una sociedad occidental, a lo largo del relato expreso una sucesión de acciones que pueden ser consideradas un cúmulo de errores o equivocaciones.
Sin embargo, en un contexto de vulnerabilidad y ansias por cumplir el proyecto de travesía en la naturaleza se refleja que, más allá de las inclemencias que pueden ocurrir en un lugar agreste, los peligros se hacen presentes ante las acciones de los hombres por encima de la integridad de una mujer, y no solo eso, sino también cómo se ejerce el poder de «masculinidad» cuando estos cubren los actos de sus congéneres. En tanto, mi derrotero terminó desenmascarando la cobardía de los hombres y dar cuenta de que la falta de humanidad puede estar por encima de una naturaleza salvaje. Por ello, el objetivo de este relato es manifestar que donde existe machismo no hay humanidad, que cuando una mujer debe negociar para seguir con vida es un acto de supervivencia indiscutible y que la justicia puede ser la utopía del siglo xxi. Este es un relato más de entre tantos, dedicado a todas aquellas que siguen luchando por sus sueños, y que su valentía es un acto de amor. Esta vez aprendí que jamás hay que callar la necesidad de pedir ayuda y que juntas podemos ser «Ni una menos».
Eternamente gracias.
A ellas: Malena, Victoria, Adriana, Tamara, Miriam y Mónica.
Mujeres que me contuvieron de una u otra forma durante la travesía.
Y a ellos: Ángel, Jerry y Francisco.
¡Gracias totales!
Mapa Descripción generada automáticamenteFuente: imagen satelital Google Earth, Referencias: elaboración propia
Mapa de referencia:
Lugares mencionados en el relato de la península Mitre,² Tierra del Fuego, Argentina.Elaboración propia
¹ La protagonista, María, treinta y ocho años, de aspecto físico promedio —1,65 metros de altura y 57 kilogramos—, guía de turismo aventura, fueguina (gentilicio de los habitantes de Tierra del Fuego), nieta de antiguos pobladores de la Tierra del Fuego. Precisamente, su bisabuelo fue fundador de la Estancia Puerto Rancho en península Mitre en 1913 y, desde 1974, la familia está oficialmente radicada en la ciudad de Ushuaia, capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur, Argentina. Contexto que, en una localidad joven y lejana como lo es Ushuaia, los aspectos identitarios de la autora no quedan en desconocimiento de los pobladores pioneros o de la actividad del turismo.
² El territorio de la península Mitre ocupa gran parte del extremo sudoriental de la isla Grande de Tierra del Fuego. La denominación de la zona fue impuesta en 1891 por el explorador rumano Julio Popper en honor al entonces expresidente de la República Argentina, don Bartolomé Mitre. Este lugar posee características naturales y culturales importantes para la zona: colonias de aves y mamíferos marinos, extensos turbales, humedales, rasgos paleontológicos de valor, testimonios de la presencia aborigen y de las primeras exploraciones al archipiélago Fueguino. El acceso terrestre a la península Mitre se realiza mediante dos vías principales: por el norte se accede desde la Ruta Provincial 21, excomplementaria A, que culmina en la Estancia María Luisa. Desde allí existe un sendero que bordea la costa Atlántica hasta la estancia o río Policarpo, transitable solo por vehículos cuatriciclo todoterreno o a caballo. La senda continúa con mayor dificultad aún hasta la bahía Thetis. Numerosos vados son practicables solo con baja marea, reclamando un mínimo de dos a tres bajantes para llegar a la Estancia Policarpo con vehículos motorizados; tiempo que se prolonga en caso de ir a caballo o a pie. El acceso sur se da por la ruta provincial J hasta el río Moat, puesto de la Prefectura Naval Argentina, bordeando el canal Beagle. La senda a partir de allí es transitable a caballo, con la dificultad del vado del río Lucio López. Ambas sendas pueden conectarse si se transita a pie, permitiendo completar el circuito costero. El acceso marítimo a la península Mitre es frecuente en naves de tránsito esporádico, que suelen recalar en la caleta Falsa (Estancia Policarpo), en la bahía Thetis y en la bahía Buen Suceso. A esta última se dirigen, cada cuarenta días, las naves de la Base Naval Ushuaia durante tareas de cambio de dotación de la Estación Naval Buen Suceso.
Capítulo 1
Introducción
En enero de 2018, tras diez años de relación, me separé de Héctor. Entre esos sentimientos entrecruzados de perder al amor de mi vida y de grandes aires de libertad, que algo me asustaban y me cargaban de coraje a la vez, surgió la idea, con un gran impulso en mi pecho, de andar por lugares que me signifiquen ese algo que no lograba describir con palabras.
Había terminado una etapa en mi vida. Una etapa que la sentía como «la máquina de cumplir». Por distintas razones sustanciales y de supervivencia para salir adelante de las redes de un sistema normado por humanos, desde mis veintidós años cada momento traté de superarme como madre; siempre en agradecimiento con la presencia de los abuelos paternos de mi hija. Al mismo tiempo, de aguantar las condiciones laborales infrahumanas de los ambientes de oficina del Estado durante dieciséis años, cumplir los objetivos competitivos de una carrera universitaria, dejarle una herencia a mi hija, lo que significó el pago de créditos hipotecarios, colegios privados, más y más cuentas; alcanzar esa soñada pareja, lo que resultó ser una familia ensamblada durante diez años; seguir profesionalizándome mientras mi hija crecía, etc. A lo que algunos le dicen «el sueño americano». Tareas que muchas familias cumplen en la actualidad y que entre mis veintidós y treinta y dos años de mi vida las había alcanzado. ¿Entonces? ¿Qué me pasó?
Cuando se empezó a detener la «máquina de cumplir», de a poco, comencé a tener más tiempo para mí y observé que no todo era tan perfecto como deseaba. Me decepcioné por no haberme casado, por no haber viajado tanto como quería, por no ser una doctora en mi profesión, licenciada en Turismo con especialización antártica, porque mi hija no era una estrella en la escuela, porque mi casa era incómoda, etc. Una mirada que me hacía perder de vista el disfrutar del «aquí y ahora», principalmente de que contaba con una familia estupenda.
Quería que mi compañero se convirtiera en mi marido; a mi hija, ingresante a la escuela secundaria, ya quería verla con todas las competencias para que se insertase en la sociedad; a mi empleo quería verlo como un espacio de desarrollo educativo y científico para la comunidad y demás miradas ansiosas para mi futuro. Cuando me daba cuenta de que donde estaba parada no era lo que yo quería, me deprimía, y todo a mi alrededor lo veía triste o en estado caótico. Claramente, la ansiedad me estaba consumiendo y derrumbando todo lo que había logrado. La pasión con mi pareja se perdió, las demandas de mi hija me aprisionaban, el trabajo era caótico por razones burocráticas y miopía política, y el dinero no alcanzaba para pagar las cuentas. Situaciones a las que hoy, con casi cuarenta años, llamo una verdadera estupidez humana,