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La oración que prevalece: Un estudio exhaustivo sobre el tema de la oración
La oración que prevalece: Un estudio exhaustivo sobre el tema de la oración
La oración que prevalece: Un estudio exhaustivo sobre el tema de la oración
Libro electrónico172 páginas2 horas

La oración que prevalece: Un estudio exhaustivo sobre el tema de la oración

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Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro. – Salmo 5:2

Este libro es un estudio exhaustivo sobre el tema de la oración, y le mostrará al lector que hay nueve elementos que son esenciales para la verdadera oración. Estos elementos son los siguientes:

1.Adoración - Para comenzar no podemos acercarnos a Dios en un mismo nivel. Debemos acercarnos a él sabiendo que está más allá de nuestro alcance o vista.
2.Confesión - El pecado debe ser quitado del camino. No podemos tener ninguna comunión con Dios mientras haya alguna desobediencia de por medio.
3.Restitución - Tenemos que enmendar el mal hecho, siempre que sea posible.
4.Acción de gracias - Debemos estar agradecidos por lo que Dios ya ha hecho por nosotros.
5.Perdón - Debemos perdonar a los demás y arrancar cualquier raíz de amargura que pueda estar creciendo.
6.Unidad - Amarse los unos a los otros trae poder en la oración.
7.Fe - Debe haber fe, producida por los elementos anteriores.
8.Petición - Así, influenciados por estos elementos, estaremos listos para ofrecer peticiones directas a Dios. Es necesario que haya más petición en nuestras oraciones.
9.Sumisión - Después de todo esto, debe venir la sumisión. Al orar, debemos estar dispuestos a aceptar la voluntad de Dios.

Dwight Moody expone estos nueve elementos de la oración en este volumen, utilizando ilustraciones e historias para validar lo que está diciendo y para ayudar a que las verdades de este libro sean de impacto al lector.

IdiomaEspañol
EditorialAneko Press
Fecha de lanzamiento1 feb 2023
ISBN9781622459117
La oración que prevalece: Un estudio exhaustivo sobre el tema de la oración
Autor

Dwight L. Moody

Dwight L. Moody, determined to make a fortune, arrived in Chicago and started selling shoes. But Christ found him and his energies were redirected into full-time ministry. And what a ministry it was. Today, Moody's name still graces a church, a mission, a college, and more. Moody loved God and men, and the power of a love like that impacts generations.

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    La oración que prevalece - Dwight L. Moody

    Las oraciones de la Biblia

    Aquellos que han dejado la más profunda huella en esta tierra que el pecado maldijo, han sido hombres y mujeres de oración. Encontrarás que la oración ha sido el gran poder que ha movido no sólo a Dios, sino también al hombre.

    Oraciones del Antiguo Testamento

    Abraham era un hombre de oración, y los ángeles bajaban del cielo para conversar con él. La oración de Jacob fue respondida cuando luchó con Dios en el lugar que llamó Peniel, que significa rostro de Dios. Su encuentro con el Señor hizo que Jacob recibiera una poderosa bendición, e incluso el corazón de su hermano Esaú se ablandó hacia él. El Señor dio a Samuel como respuesta a la oración de Ana por un hijo. La oración de Elías cerró los cielos durante tres años y seis meses, y cuando volvió a orar, los cielos dieron lluvia.

    El apóstol Santiago dice del profeta Elías que era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras. Santiago también dice, La oración eficaz del justo puede lograr mucho (Santiago 5:16-17). Elías fue un hombre extraordinario, pero su historia da testimonio del poder de la oración y del Espíritu Santo más que de cualquier poder que tuviera dentro de su naturaleza humana.

    Agradezco que aquellos hombres y mujeres tan poderosos en la oración fueran como nosotros. Somos propensos a pensar que aquellos profetas, hombres y mujeres poderosos de la antigüedad eran diferentes a nosotros. Tal vez vivieron en una época más oscura, pero tenían una naturaleza similar a la nuestra.

    Leemos sobre otra ocasión en la que Elías oró, y esta vez hizo descender fuego sobre el Monte Carmelo. Los profetas de Baal clamaron largo y tendido a sus dioses, pero no obtuvieron respuesta. El Dios de Elías escuchó y respondió a su oración y Dios demostró su poder (1 Reyes 18). Recordemos que el Dios de Elías aún vive. El profeta fue llevado de la tierra al cielo por un torbellino en un carro de fuego, pero su Dios aún vive, y nosotros tenemos el mismo acceso a Él que tenía Elías.

    Tenemos el mismo permiso para acudir a Dios y pedirle que el fuego del cielo baje y consuma nuestras lujurias y pasiones, para quemar nuestras impurezas y dejar que Cristo brille a través de nosotros.

    La Escritura está llena de ejemplos. Eliseo oró y un niño muerto volvió a la vida. Algunos de nosotros tenemos hijos que están espiritualmente muertos en el pecado y que se han alejado de la verdad de Dios. Podemos hacer lo que hizo Eliseo pidiendo a Dios que los levante de la muerte espiritual en respuesta a nuestras oraciones.

    Manasés, el rey, era un hombre malvado, y había hecho todo lo posible contra el Dios de su padre. El Señor permitió que lo llevaran al cautiverio. Sin embargo, en Babilonia, cuando se humilló y clamó a Dios, el Señor escuchó su clamor, lo sacó de la prisión y lo restauró al trono de Jerusalén. Entonces Manasés supo que el Señor era Dios. También quitó los dioses extranjeros y el ídolo de la casa del Señor, así como todos los altares que había edificado en el monte de la casa del Señor y en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad. Y reparó el altar del Señor, y sacrificó sobre él ofrendas de paz y ofrendas de gratitud; y ordenó a Judá que sirviera al Señor, Dios de Israel (2 Crónicas 33:13, 15-16).

    Seguramente, si Dios respondió a la oración del malvado Manasés, escuchará la nuestra en el momento de nuestra angustia. ¿No es éste un tiempo de angustia para tantas personas que conocemos? ¿No hay muchos a nuestro alrededor cuyos corazones están agobiados? Al acudir al trono de la gracia, recordemos que Dios responde la oración.

    Volvamos a mirar a Sansón. Él oró, y su fuerza regresó, de modo que mató a más enemigos en su muerte que durante su vida. Si los que han sido reincidentes regresan a Dios, verán lo rápido que Dios responde a la oración.

    Job oró, y su cautiverio se revirtió. La luz llegó al lugar de las tinieblas, y en respuesta a la oración, Dios lo hizo aún más próspero de lo que era antes.

    En Daniel 9, leemos que Daniel oró a Dios para pedir el perdón y la restauración de Jerusalén. Mientras seguía orando, Gabriel vino a ofrecerle sabiduría y entendimiento. Gabriel dijo, Al principio de tus súplicas se dio la orden, y he venido para explicártela, porque eres muy estimado; pon atención a la orden y entiende la visión. (Daniel 9:23).

    Tres veces ese mensaje le llegó a Daniel desde el cielo en respuesta a la oración. Los secretos del cielo le fueron revelados, y se le dijo que el Hijo de Dios iba a ser sacrificado por los pecados de su pueblo.

    Oraciones del Nuevo Testamento

    En Hechos 10, Cornelio, que era un centurión del regimiento romano, oraba a Dios regularmente. Durante una de esas oraciones tuvo una visión y vio a un ángel del Señor. El ángel le dijo que llamara al apóstol Pedro. Cuando Pedro llegó, Cornelio dijo: Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado (Hechos 10:33).

    Aunque Cornelio era un adorador del Dios verdadero, carecía de fe en Cristo. Pedro le enseñó la verdad sobre cómo Jesús había sido crucificado y resucitado de entre los muertos. Mientras Pedro aún hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje. Y todos los creyentes que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles (Hechos 10:44-45).

    En respuesta a la oración, esta gran bendición cayó sobre Cornelio y su familia, recibieron la verdad y fueron bautizados. El Espíritu Santo actuó tanto en Cornelio como en Pedro.

    Antes de ir a ver a Cornelio, Pedro había subido a su azotea a orar por la tarde y tuvo una visión de una sábana que bajaba del cielo con toda clase de animales, incluidos los considerados impuros para los judíos. Aunque en aquel momento no estaba seguro del significado de la visión, más tarde le quedaría claro que Dios había eliminado la barrera entre judíos y gentiles, y entre limpios e impuros. Pedro obedeció cuando Dios le envió a predicar el mensaje en Cesarea. Cuando Cornelio oró a Dios sin cesar, el ángel envió a Pedro con un mensaje de liberación para él, su familia, y sus amigos.

    A lo largo de las Escrituras encontrarás que cuando la oración con fe subió a Dios, la respuesta bajó. Creo que sería muy interesante un estudio a lo largo de la Biblia para ver lo que ha sucedido mientras el pueblo de Dios ha estado de rodillas invocándole. Ciertamente, el estudio fortalecería en gran medida nuestra fe — mostrando como lo haría, cuán maravillosamente Dios ha escuchado y liberado, cuando el clamor ha subido a él en busca de ayuda.

    Mira a Pablo y Silas en la prisión de Filipos:

    Como a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los presos los escuchaban. De repente se produjo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos; al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron. Al despertar el carcelero y ver abiertas todas las puertas de la cárcel, sacó su espada y se iba a matar, creyendo que los prisioneros se habían escapado. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. Entonces él pidió luz y se precipitó adentro, y temblando, se postró ante Pablo y Silas, y después de sacarlos, dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? (Hechos 16:25-30)

    El carcelero y toda su familia fueron bautizados. Esa conversión probablemente ha hecho más que cualquier otra registrada en la Biblia para traer gente al reino de Dios. Muchos han sido bendecidos al tratar de responder a la pregunta: ¿Qué debo hacer para ser salvo?

    Fue la oración de esos dos hombres piadosos lo que hizo que el carcelero se arrodillara, y lo que trajo la bendición para él y su familia.

    Hay otros ejemplos en el Nuevo Testamento. Consideremos la historia de Esteban en Hechos 7, que fue apedreado hasta la muerte por llevar a cabo la obra de Jesucristo y por enfadar a los miembros del Sanedrín cuando defendió sus acciones con la verdad.

    Justo antes de que arrastraran a Esteban fuera de la ciudad para apedrearlo, lleno del Espíritu Santo, fijos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios; y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios. (Hechos 7:55-56).

    Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba al Señor y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y cayendo de rodillas, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Habiendo dicho esto, durmió (versículos 59-60).

    Cuando Esteban testificó ante el Sanedrín en su defensa, justo antes de pronunciar su largo discurso acusando a los líderes de Israel por haber rechazado a los mensajeros de Dios en el pasado — y ahora rechazando a Jesús — la presencia de Dios era evidente. La Escritura dice: Y al fijar la mirada en él, todos los que estaban sentados en el concilio vieron su rostro como el rostro de un ángel. (Hechos 6:15).

    Recuerda también cómo resplandecía el rostro de Moisés cuando bajó del monte Sinaí con las tablas de piedra que contenían los Diez Mandamientos en la mano; había estado en comunión con Dios. Y al ver Aarón y todos los hijos de Israel a Moisés, he aquí, la piel de su rostro resplandecía; y tuvieron temor de acercarse a él (Éxodo 34:30), y Moisés tuvo que cubrir su rostro con un velo.

    De la misma manera, cuando entramos realmente en comunión con Dios, Él levanta su rostro — su imagen — sobre nosotros, y en lugar de tener miradas sombrías nuestros rostros brillarán, porque Dios ha escuchado y atendido nuestras oraciones.

    Pablo demuestra esta idea de cómo reflejamos la gloria de Dios, de la misma manera que un espejo refleja una imagen cuando el Espíritu Santo nos transforma desde adentro. Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu (2 Corintios 3:18).

    Las oraciones de Jesús

    Quiero llamar especialmente la atención sobre Cristo como ejemplo para nosotros en todas las cosas, y nada mejor que en la oración. Leemos que Cristo oraba a su Padre por todo. La oración precedió a todas las grandes crisis de su vida.

    Permítanme compartir algunos ejemplos de las Escrituras. Hasta hace unos años no me había dado cuenta de que Cristo estaba orando en su bautismo. Jesús también fue bautizado: y mientras Él oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma (Lucas 3:21-22). Otro gran acontecimiento en su vida fue su transfiguración, cuando Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra,

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