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Hago Que Las Cosas Sucedan: Selfica, tecnología del tercer milenio
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Hago Que Las Cosas Sucedan: Selfica, tecnología del tercer milenio
Libro electrónico269 páginas4 horas

Hago Que Las Cosas Sucedan: Selfica, tecnología del tercer milenio

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Información de este libro electrónico

El metal está hecho de tiempo.
Su encuentro con la luz enciende el poder de hacer que las cosas sucedan.


Los hallazgos arqueológicos y los mitos del planeta nos muestran que el vínculo entre los seres humanos y los metales oculta un gran poder que ha determinado los asuntos humanos desde la noche de los tiempos: el poder de hacer que las cosas sucedan.
Hoy, en el umbral del Tercer Milenio, una larga investigación ha producido una tecnología que puede volver a poner este extraordinario potencial a nuestro alcance.
Este libro es un apasionado homenaje a este nuevo capítulo de la historia y un testimonio de cómo lo más complejo es en su esencia también extremadamente sencillo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 mar 2022
ISBN9788870121339
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    Hago Que Las Cosas Sucedan - Gnomo Orzo (Rinaldo Accorti)

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    HAGO QUE LAS COSAS SUCEDAN

    Gnomo Orzo (Rinaldo Accorti)

    ISBN: 978-88-7012-133-9

    Primera edición española:

    Dhora srl, Impresa Sociale - Vidraco (TO), Italia

    (Primera versión italiana - Dhora 2021)

    COPYRIGHT 2022©Stichting Damanhur Foundation

    Traducción: Salamandra Araucaria (Mercedes Caparrós Castillejos)

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida de forma alguna sin el permiso escrito del editor, a excepción de breves citaciones destinadas para reseñas.

    Impreso en el mes de marzo 2022

    HAGO QUE LAS COSAS SUCEDAN

    Selfica: la tecnología del tercer milenio

    1+7 = ∞

    Eres mi sol y mi mar

    Tuyas fueron las olas justas

    para llegar a tierra.

    INTRODUCCIÓN

    Tratar argumentos complejos y difíciles de gestionar para los profanos, incluso si tienen una mente curiosa, no es un asunto sencillo. Tal vez sea aún más difícil establecer un paralelismo entre la milenaria tradición sapiencial y la ciencia moderna. Al final, la locura podría parecer querer trazar un puente entre la Magia, la Alquimia y los frentes más avanzados de la especulación científica contemporánea.

    Este libro es todo esto y algo más. El autor, con ingenio y paciencia, nos conduce a través de un viaje que recorre algunos caminos inaccesibles de la Física clásica y Cuántica, sin olvidar las aportaciones de la Mitología y de la Arqueología, para ofrecernos una visión original del tiempo, como un conjunto granular de eventos recogidos en paquetes, que juntos forman un campo oscilante en continua creación. Así nace la Física temporal. También es una aventura en el fascinante mundo de la espiral, un elemento constante en cada manifestación de nuestro universo. Todo ello en la búsqueda del anillo de conjunción entre las metas actuales de la Física y de la Mecánica y las intuiciones/realizaciones de un visionario moderno, Oberto Airaudi, alias Falco Tarassaco, creador de la Selfica, una nueva tecnología creada para ayudar a convertirnos, nuevamente, en dueños de nuestro tiempo, a caballo entre el misticismo y la ciencia.

    Un libro que trata, de una manera muy amena, argu­mentos técnicamente difíciles, atribuidos a unos pocos, fácilmente comprensibles y que no solo tienen la intención precisa y exitosa de ofrecer bases sólidas a la tecnología ideada por Falco Tarassaco, sino que también nos ayuda a dar un paso adelante en la comprensión y en la unificación de los mundos aparentemente lejanos, que nos permiten entrar en el de la Selfica, a través de un acercamiento científicamente fundado pero abierto a nuevos horizontes.

    Un gracias al autor por esta hermosa síntesis, que sea una pieza más en el Camino del Conocimiento.

    ¡Buena lectura a todos!

    Cormorano Sicomoro

    PREMISA

    Este mundo tan extraño

    Ir a la conquista de tierras inexploradas es un desafío que vale la pena afrontar. Algunas veces, el reto está entre uno mismo y el ambiente, y nuestra oración es aquella de resistir lo suficiente al frío, al calor, al hielo, al mar o al desierto, para poder ver, finalmente, la tierra o la luna que nos han prometido. Otras veces, nuestro objetivo es una idea o un estado del ser; una nueva visión del mundo o la felicidad. También hay viajes que no hemos elegido emprender, pero que dentro de los cuales nos hemos encontrado catapultados, con la necesidad desesperada de huir, como de una pesadilla que no tiene fin.

    Sea cual sea la razón por la cual lo emprendemos, el viaje, todavía, tiene el poder de sorprendernos, de mostrarnos con sencillez cómo el lugar y el momento son la misma cosa, se confunden, tanto como para convertirse perfectamente en intercambiables.

    El espacio y el tiempo dejan de vivir en lugares separados y los roles se intercambian con ligereza. Recorrer un paisaje o visitar un instante son experiencias naturales. Nos encontramos contemplando el momento presente como si estuviéramos en un museo observando pinturas y leyendo carteles.

    Observamos una puesta de sol, y la sensación de que ese atardecer ya haya sido observado por infinidad de ojos, a lo largo de milenios, se vuelve concreta y persistente. La percepción de recorrer mil años en un minuto se vuelve tan real, como la piel de nuestra cara o el dorso de nuestras manos. Mientras viajamos no percibimos ninguna anomalía, ni nos preguntamos si eso que estamos viviendo es lícito o no. Solo viajamos. Delegamos las costumbres a cuando el viaje haya terminado y hayamos vuelto a nuestro lugar.

    Pero aquellos que observan atentamente se dan cuenta de que su lugar no existe y que nunca se vuelve al mismo sitio, cualquiera que haya sido la trayectoria del viaje. Estamos convencidos de que es el tren el que se mueve, sin acordarnos de que, en realidad, es la Tierra, debajo de nosotros, la que gira, constantemente, y nos mueve incluso aunque estemos perfectamente inmóviles.

    El viaje, por lo tanto, no puede terminar nunca, aunque, para ser precisos, nunca comenzó, porque nacimos, ya en la carrera, desde el momento en que el oxígeno quemó nuestra garganta la primera vez y nos hizo gritar, porque habíamos terminado dentro de un cuerpo totalmente nuevo, lleno de estímulos y necesidades.

    Los buenos observadores también se dan cuenta de que hay viajes de distintos tipos, pero que existe uno verdaderamente especial.

    Se trata de un territorio exótico y poco interesante para muchos viajeros.

    No es el lugar de los estímulos, ni el de las necesidades; es extraño, porque la sola idea de ir allí es un contrasentido.

    Sin embargo es el único lugar en donde, efectivamente, puede ocurrir lo imposible y podemos sentir que, final­mente, hemos vuelto a casa.

    En ese lugar no solo están parados los trenes, sino que también los planetas y los soles se toman un descanso. Todos se paran y visitan el museo, interesados y silen­ciosos, y permiten, a aquellos que verdaderamente lo desean, gozar de esa obra de arte con toda tranquilidad.

    El presente, ese instante que los griegos llamaban kairòs, es el momento perfecto, es el lugar donde todos finalmente llegarán a Ìtaca; sin embargo, extrañamente, parece que a casi nadie le importa. Es así, somos seres extraños; pero también la naturaleza sabe ser igual de extraña y asombrosa. Este viaje es una contribución a la demostración de lo extraño que puede ser nuestro mundo.

    El Autor

    ANTECEDENTES

    El ser humano entendió el poder de la luz sobre los metales cuando descubrió el efecto del calor sobre las rocas. Este descubrimiento cambió el curso de la historia y la evolución misma de nuestra especie, con el nacimiento de la metalurgia.

    Fue entonces cuando comenzamos a utilizar el fuego, el horno y la fragua, y fue desde entonces cuando los metales se convirtieron en la causa-efecto de todas las historias humanas. El vínculo entre nosotros y los metales es tan fuerte que la edades del hombre se subdividen entre los tiempos del uso de la piedra bruta y los tiempos del uso de los metales, lo que subdividió la evolución de las sociedades humanas en base a los metales y a las aleaciones; el metal es tiempo y el tiempo es metal.

    El éxito y el fracaso de civilizaciones enteras fue precisamente debido a ellos y, hoy en día, es su poder lo que todavía mueve y enciende el mundo entero.

    En 1905 Albert Einstein escribió un artículo en el que da una explicación correcta del efecto fotoeléctrico, un fenómeno descubierto en 1887 por Heinrich Rudolf Hertz. En ese momento, la ciencia se da cuenta de que la relación entre la luz y la materia tiene raíces aún más profundas y el verdadero poder de los metales está todavía por descubrir.

    PRIMERA PARTE:

    SPIR, 1964

    SPIR

    Fue en abril de 1964, cuando, por primera vez, Falco Tarassaco intuyó que se escondía un secreto en las curvas espirales para modificar la realidad. No fue precisamente el inicio de la experimentación en la Selfica, lo que ocurrió durante los cincuenta años sucesivos, sino el momento que le permitió vislumbrar la maravillosa naturaleza de las espirales.

    Esas intuiciones juveniles fueron precursoras de otras y más importantes conquistas que logró alcanzar a lo largo de su vida: esbozar un nuevo modelo físico, que reuniera – técnicamente deberíamos decir generalizase – los descubrimientos realizados en el arco del siglo XX, con la antigua tradición alquímica, heredada de muchos pueblos antiguos.

    Tenía catorce años y más tarde contaría(1) que hacía ya algunos años que esperaba ese momento y que sentía que pasaría. Su sensación se refería al motivo de la existencia y la naturaleza de aquellas magníficas formas que se pueden observar en el cosmos y que llegan de él: las espirales.

    El que un niño a esa edad tenga el deseo de revolucionar la Física y de conciliar la tradición sapiencial del pasado, con las teorías científicas modernas, es una historia que merece la pena contar. Así que, aquí estamos, para describir y mostrar no una alternativa a otras teorías, sino una especie de pegamento de distintas teorías, que las generaliza, para volver a unir lo que, todavía hoy, parece inconciliable.

    Después de esas primeras intuiciones, exactamente once años más tarde, llegó la Selfica, con prototipos, primeros errores, experimentos y éxitos que, durante medio siglo, involucraron a miles de personas, en una especie de laboratorio enorme – Damanhur – que permitió refinar, mejorar y potenciar, tanto el modelo tecnológico en sí, como sus efectos sobre la realidad. Un experimento que, hoy en día, continua, con la involucración de todos los que tienen el deseo de utilizar y probar las muchas estructuras Selficas que Falco y sus colaboradores proyectaron.

    Conocí a Falco en 1988 y, después de pocos años, comencé a estudiar la Física que él enseñaba, aunque quizás el verbo más adecuado sería compartía, desde el momento en que sus lecciones eran, a menudo, debates y muchas propuestas fueron fruto de intensas y reñidas elaboraciones, entre personas con ideas muy distintas; después de todo, no podía ser de otra manera, vista la naturaleza de esta investigación. Trabajar con él fue una experiencia notable para muchas personas, que durante casi cuarenta y cinco años compartieron y ampliaron su trabajo, hasta llegar a nuestros días, con un modelo aplicable en muchos ámbitos de investigación.

    Si tuviéramos que dividir el mundo entre científicos y artistas, podríamos decir que en el desarrollo de la Selfica han contribuido tanto los primeros, con la pasión de sus ideas, como los segundos, con la incorporación de la fantasía y la belleza.

    Este es el espíritu de la Selfica: volver a una concepción antigua, la de la tèchne griega, donde el arte y la técnica eran una sola cosa, sin separación.

    El debate y la enseñanza teórica de la Física, que está en la base de la Selfica en Damanhur, tiene lugar, de hecho, fuera de los círculos restringidos para los pocos elegidos e involucra a las personas más dispares en grandes encuentros públicos. Estos encuentros, inaugurados por Falco, desde los años setenta, son para afrontar la investigación de la manera más amplia posible. Para verificar si una Self hace su trabajo, no es necesario ser un científico, así que, aquellos que no están involucrados directamente en un experimento tienen siempre muy buenas ideas y puntos de vista valiosos.

    Cuando Falco murió, el 23 de junio del 2013, rodeado por las personas que le querían y que habían construido Damanhur junto a él, la tecnología Selfica y el modelo físico que estaba reconstruyendo ya estaban definidos, por lo que el testigo se pudo pasar y así seguir creciendo incluso sin él.

    Cicogna Giunco, gracias a los apuntes, dibujos y décadas de formación en estrecho contacto con Falco, se ha tomado en serio el presente y el futuro de la Selfica, con proyectos y realizaciones de Self de nueva generación y también demostrar cómo este desafío no solo no ha concluido, sino que ha crecido en objetivos y aspiraciones. Hoy en día se cree que la Selfica es una tecnología madura y puede ser el momento de comenzar a hablar de ella ampliamente.

    Como muchas otras disciplinas, reúne a personas que se ocupan de experimentos prácticos, pero también a los físicos teóricos, como el que escribe: no he metido la mano, de hecho, en la construcción de ningún dispositivo selfico, desde los años ochenta, y no tengo la más mínima idea de cómo pintar un cuadro selfico. He aquí el por qué he querido, deliberadamente, escribir algunas líneas de más sobre los colaboradores, los que me han permitido tener a disposición muchísimo material para emprender este viaje.

    El motivo de este ensayo es simple: más allá del hecho de que la Selfica haya obtenido efectos concretos y tangibles para aceptar, hoy en día, los fenómenos que desafían el sentido común, sirve, por lo menos, para tener la oportunidad de comprender los principios físicos que la sustentan, y esta será la tarea de quien escribe. Por lo tanto, no esperéis un manual de construcción de una Self: no son muebles suecos, sino equipos complejos que aprovechan las características de la fina estructura del espacio-tiempo, y que en la fase de diseño, incluso, se ven afectados por el estado de ánimo de quien los está ensamblando.

    Pero haremos todo lo posible para que los principios de la base de esta tecnología sean claros y quizás estimulen al demonio de la investigación, que está dormido dentro de cada uno de nosotros.

    ¿Pintar un cuadro Selfico? Sí. Falco llegó a comprender cuál es la relación exacta entre los metales, minerales, formas y colores con los que se pintan los cuadros Selficos. Gracias a esto, la Selfica se ha convertido en una tecnología aplicable en muchas maneras, inusuales y fantasiosas. Es como si pudiéramos pintar un teléfono móvil sobre la pared y después llamar.

    NOS HEMOS VUELTO RACIONALES

    La Selfica es la racionalización de la Magia.

    Falco Tarassaco

    Un día, que no recuerdo, de 1996, me encontraba sentado al lado de Falco. En ese momento estábamos solos, en el Café Literario, en la capital de Damanhur, en Baldissero Canavese.

    Tenía, entre las manos, la primera versión en italiano de un ensayo de Física sobre el tiempo. Lo había ojeado saltando entre los capítulos y deteniéndome sobre las partes que me interesaban. Naturalmente esa lectura de canguro no me permitía tener una imagen completa de ese trabajo, que tuve la oportunidad de apreciar más, en los años siguientes, cuando decidí cambiar de especie y utilizar el paso más pragmático y cuidadoso del perezoso.

    Al leer ese texto, se volvió a formar en mi mente la misma pregunta que tuve cuando me sentaba en el pupitre de la escuela o cuando me sumergía entre las páginas de otros ensayos y manuales que trataban sobre ese tema.

    Falco me preguntó qué pensaba y yo le planteé la misma pregunta: Encuentro muy extraño el conflicto entre las tradiciones sapienciales y la ciencia moderna. Cuanto más trata la ciencia de distanciarse de algunas creencias, a través de su enfoque pragmático y racional, más cae en ellas. La Física del siglo XX presupone fenómenos extremadamente parecidos a los que encontramos en toda la narración alquímica y en las tradiciones espirituales más antiguas.

    Falcó pensó por algunos momentos y después dijo: La Magia es una disciplina antiquísima, que en la historia de la humanidad ha permitido alcanzar resultados increíbles y obtener efectos, cuyas causas no eran conocidas; porque, para conocerlas, habría sido necesario tener el conocimiento justo. Hoy en día, ya no aceptamos ese tipo de realidad, es decir, la Magia y la Alquimia, pero ninguno se asombra si al pulsar un botón, se enciende el televisor o si al pulsar la tecla de una calculadora resolvemos una fórmula matemática. Sin embargo, la gran mayoría de las personas no tienen la más mínima idea de cómo funcionan una calculadora o un televisor. Hoy, aparentemente, nos hemos convertido todos en racionales, pero continuamos sin distinguir las verdaderas causas de lo que ocurre. La Selfica aprovecha las causas, por ahora, todavía poco evidentes, pero no por ello inexistentes; más bien, es todo lo contrario: por supuesto que las causas están. La Selfica es la racionalización de la Magia.

    Desde entonces han pasado décadas, la Selfica ha avanzado mucho y, al adentrarme entre los que, por distintas razones, han hablado de ella(2), hoy no deseo contar la historia de la Selfica, porque solo podría contarla Falco, que fue el artífice más importante, pero sí ahondar en los caminos que ayudan a los demás a comprender, en la medida de lo posible, los principios físicos que la sustentan.

    En este trabajo, al repasar en la memoria el recuerdo de un intercambio de opiniones en privado, entre un profesor y un alumno, he elegido seguir ese enfoque racional del que me habló Falco: analizaré las leyes físicas, descubrimientos de los premios Nobel, olvidos y convergencias de la ciencia, que demuestran la similitud que hay entre las tradiciones sapienciales y la Física de hoy. Esta será una parte de nuestro viaje, la que nos permitirá definir y explorar una serie de premisas claras y lo más accesibles para todos. El objetivo es hacer una especie de reverse engineering (ingeniería inversa) del trabajo de Falco, con el uso del lenguaje de hoy. El resto del viaje es sobre la Mecánica y la

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