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Bioestética y salud humana
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Libro electrónico246 páginas3 horas

Bioestética y salud humana

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La Bioestética nos propone una sugerente reflexión acerca de las conexiones entre la Bioética y la Estética. Esta obra colectiva se centra en el análisis estético de los actos bioéticos relacionados con la salud humana, desde la convicción de que la salud, además de buena, es bella. Los autores, todos ellos investigadores en Bioestética, intentan responder a preguntas como estas: ¿cómo pueden la creatividad, la estética y la belleza colaborar a la salud integral humana? ¿Es bello el actual "culto al cuerpo"? ¿Es fea y antiestética toda enfermedad? ¿Puede ser bella la lucha del paciente contra la enfermedad que padece? ¿Mejorarían los hospitales y centros de salud —y, por tanto, los pacientes— si aquellos fueran más amables, agradables y bellos? ¿Encierra la experiencia de la muerte alguna belleza? ¿Hay alguna relación entre la Bioestética de la enfermedad y la belleza moral?
Profesionales de la salud, filósofos, humanistas, educadores, bioeticistas, artistas y juristas son interpelados ante la profunda y fascinante relación que cabe encontrar entre el bien y la belleza en la salud humana, por las analogías que se descubren entre la belleza estética, la belleza natural, la belleza corporal y la belleza personal, o ante el poder autotransformante de la belleza en el comportamiento del paciente y de la persona en general.
IdiomaEspañol
EditorialEditorial UFV
Fecha de lanzamiento15 dic 2020
ISBN9788418360671
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    Bioestética y salud humana - Javier Barraca Mairal

    momento.

    I

    EL VALOR DE LA CREATIVIDAD ESTÉTICA PERSONAL PARA LA ESTIMA DE LA PROPIA VIDA Y SALUD

    Javier Barraca Mairal

    Universidad Rey Juan Carlos

    La belleza no es nunca otra cosa

    que una promesa de felicidad.

    STENDHAL¹

    INTRODUCCIÓN: EL TESTIMONIO DE BEETHOVEN Y NUESTRO TEMA DE INVESTIGACIÓN

    En la emotiva carta dirigida a sus hermanos, conocida como su «testamento», Beethoven expresó elocuentemente que, junto a otros elementos, hubo un factor que evitó, en muchas ocasiones, el que, hundido en la angustia, se arrancara la existencia a sí mismo, presa de la desesperación que le acompañó a lo largo de casi toda su vida. Ese otro factor fue, de acuerdo con sus propias palabras, su arte, su aptitud para la creación artística. Recordemos su expresión concreta de este hecho:

    Varias veces llegué casi a la desesperación; un poco más y hubiera puesto fin a mi vida. Fue mi arte lo único que me detuvo; parecía imposible partir de este mundo sin dar a saber todo lo que sentía en mí [...].²

    Pues bien, en sintonía con este testimonio, parece formulable, digna de indagación y contraste, la hipótesis que considera que el impulso de crear arte —o de engendrar realidades o manifestaciones de valor estético— ha obrado y obra un efecto benefactor en la valoración de la salud y existencia de numerosos sujetos, a lo largo del tiempo, en situaciones muy diversas. A partir de este hecho, en este lugar, nos formulamos una serie de preguntas conectadas al mismo. ¿Cómo afecta o contribuye el desarrollo de nuestra creatividad a nuestra salud integral? ¿Puede suponer, entonces, el despliegue de la propia creatividad estética, en cierta forma, un pequeño «salvavidas», en sentido metafórico e indirecto, para los seres humanos, en relación con las dificultades o sufrimientos experimentados, como por ejemplo los asociados con el cuidado de su salud integral?

    La hipótesis de partida que se va a examinar y contrastar en este estudio apunta efectivamente a que todo ello reobra en nuestro ánimo en forma de valores, sentido o esperanza, y a que resultan fecundas a este respecto las fértiles posibilidades de realización humana que comporta nuestro aspecto creativo estético a la hora de apreciar la propia salud y la vida. Mas este asunto constituye solo una de nuestras inquietudes iniciales. Junto a esta cuestión podemos situar muchas otras, cuestiones tan complejas y delicadas como las que siguen: si lo anterior es así, ¿qué clase de ayuda o contribución concreta nos ofrece la creatividad estética personal en relación con nuestra salud en su alcance integral? ¿Y frente a la angustia, el vacío, la desesperación, la ausencia de valoración de la existencia u otras graves amenazas a las que nos enfrentamos las personas? ¿Puede colaborar positivamente, y de qué modo, esta fecunda dimensión humana, a valorar y estimar, más o mejor, la propia salud y existencia, a que cobre pujanza o vigor nuestro crucial aprecio por la vida, ya sea en lo cotidiano o en determinados instantes particularmente arduos y vulnerables de nuestra trayectoria vital? Si es así, ¿cuáles son las causas más profundas que inspiran todos estos benéficos efectos o influencias, desde la perspectiva precisa de lo filosófico o reflexivo?

    He aquí, en fin, algunos de los interrogantes que interesan a la presente investigación.

    ALGUNAS CLAVES Y REFERENCIAS ORIENTADORAS EN ESTE ÁMBITO

    En primer lugar, debemos precisar que en esta investigación vamos a centrarnos en la creatividad humana en cuanto a su dimensión estética. Esto es, nos ocuparemos de la aptitud humana universal para crear expresiones novedosas en el orden de la sensibilidad formal, es decir, para engendrar nuevas formas sensibles. Además, acudiremos como cima o cumbre representativa de esta a la capacidad artística, por cuanto esta representa una figura señera de la misma. Si bien comenzamos por aclarar que el arte no constituye una exclusiva del genio ni del artista profesional ni de quien posee especiales cualidades a este tenor. Todo ser humano puede y debe cultivar sus aptitudes artísticas durante su existencia. También aclaramos que la creatividad estética no tiene por qué alumbrar arte en toda ocasión, pues podemos y debemos generar expresiones sensibles que participen en cierto grado en valores estéticos —como la belleza o la originalidad—que no alcancen la excelencia que atribuimos a lo artístico. Así, nuestro lenguaje o manifestaciones expresivas pueden ser bellas sin que necesariamente tengamos que calificarlas como arte.

    No cabe duda de que, actualmente, entre los pensadores más sugerentes a los que cabe acudir en busca de luz e inspiración en torno al objeto de nuestro interés, se encuentra Alfonso López Quintás.³ Este filósofo constituye un pensador contemporáneo que ha glosado y reflexionado, con particular hondura, en torno a los enormes beneficios de la creatividad humana en general y también en sus vertientes estética y artística. No en balde uno de sus temas predilectos se ha situado, precisamente, en la creatividad humana en cuanto a su alcance existencial y relacional; es decir, como cauce para el encuentro fecundo interpersonal.⁴

    Desde una perspectiva diversa, pueden mencionarse asimismo los estudios e investigaciones que se han ocupado de las sugestivas conexiones entre lo artístico y la terapia, o entre el arte y la realización personal. Así, por ejemplo, cabe mencionar los efectos positivos en el ánimo operados por actividades como cantar, dibujar o pintar, etc. En torno a la acción de pintar, recientes investigaciones desarrolladas en la Universidad de Santiago de Compostela han puesto de manifiesto sus consecuencias antiestrés. En el estudio desarrollado por las investigadoras Maruxa García Quiroga (doctora en análisis sensorial de la Universidad de Santiago de Compostela y CEO del laboratorio de análisis sensorial TasteLab) y M.ª Ángeles Romero Rodríguez (profesora de la Universidad de Santiago de Compostela y experta en análisis sensorial) se evidencia que la acción de pintar es satisfactoria para la persona. Para extraer esta conclusión, la investigación analizó la actividad cerebral de un grupo de personas en determinados estados mientras realizaban diversas actividades concretas, así como la propia acción de pintar. De esta forma, se evaluó en tiempo real la reacción del cerebro ante diferentes estímulos. Tras realizar la evaluación, García Quiroga concluyó que

    después de pintar y ver el trabajo realizado, se puede evidenciar científicamente que el estrés se reduce significativamente y, efectivamente, el consumidor es más feliz.

    El experimento concluye que, frente a las consideraciones previas conscientes del sujeto, pintar es una actividad antiestrés que sirve como método para relajarse.

    En cualquier caso, esto no debería extrañarnos, pues, desde tiempo atrás, conocemos los beneficios de la práctica de artes como el dibujo. En España, son referencia, hoy en día, los trabajos a este respecto concreto de autores como Antonio Manchón,⁶ quien ha enlazado el dibujar infantil con la maduración y reconocimiento del yo por parte del niño, o con la expresión de este y su conocimiento de la realidad.

    Por otro lado, pueden coadyuvar a enriquecer esta investigación los testimonios personales de un gran número de egregios artistas y creadores. Estos han acreditado cómo su vocación o llamada a desarrollar sus aptitudes artísticas les han auxiliado a la hora de apreciar y valorar su propia existencia, a pesar de los sufrimientos presentes en su camino vital. Para relatarlo, en ciertas ocasiones llenas de interés, estos han convertido este hecho en parte del argumento vivido por alguno de sus personajes. Este, por poner algún ejemplo, es el caso del protagonista de la novela El guardia, el poeta y el prisionero de Lee Jung-Myung.⁷ En este evocador relato, la creatividad poética y estética, encarnada por cierto personaje, cobra un paradigmático significado, hasta representar un símbolo de la lucha en favor del valor de la vida humana aun en medio de las más atroces circunstancias y opresiones.

    Por descontado, lo anterior no es incompatible con el hecho de que puedan o no registrarse determinados niveles de frecuencia con respecto al suicidio por parte de artistas o sujetos consagrados a la expresión estética. Esto, dado lo multicausal y complejo de ello. Téngase en cuenta que todo sujeto que se manifiesta artística o estéticamente se enfrenta a obstáculos muy diversos, como la incomprensión o falta de aprecio hacia su manifestación, etc. Así, el despliegue de una vocación de esta clase —o de una dimensión como esta de la vocación personal— encuentra siempre en su camino muy diferentes dificultades, como ya la misma expresión de la propia originalidad y unicidad personales en sus distintas formas, y esto influye en el a menudo vulnerable y frágil ánimo humano. Sin embargo, aquí lo que analizamos es si, junto a estos problemas, no se da también y al tiempo una cierta incidencia positiva del desarrollo de la creatividad estética personal en cuanto esta abre posibilidades de fecundidad, realización y felicidad personales que pueden colaborar a reforzar la resiliencia ante la tendencia autodestructiva. Por otra parte, aunque la propia autodestrucción puede ser utilizada en ciertos casos como un modo de expresión estético o artístico (recordemos a Mishima, por ejemplo), esto no contradice el hecho de que la capacidad estética del sujeto resulte en sí misma benéfica en cuanto colabora para captar el valor de la vida que la sustenta y la posibilita en su expresión.

    Por último, ha de advertirse que otra referencia clave inicial, a la hora de afrontar las inquietudes aquí examinadas, se encuentra en el innovador y prometedor campo actual de la Bioestética. Esto, entendido tal término como rúbrica del sugerente ámbito de encuentro interdisciplinar que, hoy, llama a la conjugación armónica y fecunda en un todo de los aspectos bioéticos, estéticos e incluso artísticos. Así, el profesor Alberto García (director de la Cátedra UNESCO de Bioética y Derechos Humanos en Roma) ha promovido, a este respecto, con una fecundidad digna de señalar, muy diversas iniciativas encaminadas al encuentro entre el Arte y la Bioética, como los certámenes bioartísticos, los grupos y trabajos de investigación en este interdisciplinar terreno, la reflexión neuroestética, etc.

    LA CREATIVIDAD ESTÉTICA PERSONAL Y LA EXPANSIÓN DEL SUICIDIO EN LAS SOCIEDADES POSMODERNAS

    Tal como hemos mencionado al principio, en su «testamento» Beethoven menciona en varias ocasiones la cuestión del suicidio, y explica cómo su arte le salvó de quitarse la vida. Ahora bien, aquí juzgamos que todo ello puede brindarnos luz ante el grave y complejo problema del suicidio, presente desde luego con gran virulencia en nuestro tiempo.

    En efecto: la proliferación de la supresión de la propia vida constituye, hoy, un fenómeno preocupante e inquietante de nuestras sociedades desarrolladas⁹ y, por ende, un riesgo particularmente severo de la salud personal. Debido a ello, se buscan de manera incansable muy diversas formas para comprender, frenar y finalmente reducir este extremo. Sin embargo, conviene ir al fondo o a la raíz más honda de todo ello, indagar en torno a la tramoya o estructura del escenario del suicidio en su alcance personal y social, y esto de un modo reflexivo y filosófico, además de interdisciplinar, no reducirlo a su interpretación psicológica, sociológica, etc. Así, desde la óptica filosófica, resulta clave captar cómo, en cuanto al fundamento de su significación, el suicidio, como realidad en la experiencia interna, parece progresar a medida que lo hace la desesperanza en el interior de los mismos sujetos y grupos, la percepción de que no cabe aguardar nada significativamente bueno en el curso de la existencia.

    Pues bien, lo que aquí deseamos analizar se halla en esa vía característica que abre, para combatir la falta de sentido o la desesperanza, nuestra creatividad estética. Ello, por cuanto esta vía o cauce actúa a este propósito de un modo original, y además constituye un asunto aún no explorado con la atención necesaria. Nos estamos refiriendo, por tanto, al fomento de la creatividad personal, artística o estética como forma peculiar de revaloración de la propia existencia.

    A este respecto, cabe reseñar cierta experiencia personal. En cierta ocasión, una mujer europea, ya madura, con medios económicos suficientes e hijos crecidos, insatisfecha con su relación conyugal y su propia vida, desde largo tiempo atrás, pidió a quien esto consigna que redactara para ella unas líneas en las que le ofreciese algún argumento válido, algún sentido al que pudiera aferrarse en su caso para seguir apreciando su propia existencia. Respondí, como era previsible, que un motivo de peso para vivir se encontraba en las personas concretas que la querían y a las que podía hacer, viviendo más, tanto bien con su mero existir. Sin embargo, este argumento no le pareció adecuado. Acaso, imaginó que, incluso sin ella, los otros seguirían viviendo felices, o que hasta ella suponía una cierta carga o peso para la dicha ajena, ya que lo era para sí misma. El caso es que entonces no se le brindó a esta mujer otra fecunda, poderosa razón: la creatividad que ella albergaba en sí, y que había mostrado con gozo para ella misma y para muchos otros, de muy variadas formas, en ciertos terrenos, y que podía seguir desplegando todavía con inmenso fruto. Sin embargo, hoy, investigaciones psicopedagógicas de gran actualidad están revelando que el recurso a la propia creatividad estética proporciona cierta resiliencia al sujeto ante la angustia y la pérdida de sentido, y que se transforma en un alegato sólido en favor del valor de conservar la vida y salud personales.

    Una de las múltiples, casi inabarcables, derivaciones de este amplio y sugerente terreno, por ejemplo, se halla en los lazos detectados entre la evitación del suicidio y el cultivo de la sensibilidad artística. Existen, en efecto, experiencias acreditadas, de tipo psicológico y educativo, enmarcadas en la unión interdisciplinar entre lo pedagógico y la «arte-terapia», acerca de cómo la sensibilización estética puede servir como recurso preventivo frente a la extensión de la práctica del suicidio. Según tales estudios, desarrollar la expresividad artística en los sujetos posibles de tales prácticas y en su entorno contribuye, sin duda, en su escala, de alguna manera, a prevenir y aminorar la frecuencia o la proliferación de tales actuaciones.

    El resumen que sigue del trabajo de investigación que citamos nos adentra en este asunto con lucidez:

    El acto voluntario de provocar la propia muerte (González-Forteza, Ramos, Vignau y Ramírez, 2001) ha causado un gran impacto al ser humano desde la antigüedad. Siendo un fenómeno que se ha incrementado de forma alarmante en todo el mundo, es de vital importancia llevar a cabo acciones para su prevención. La presente intervención tuvo como objetivo propiciar la reflexión sobre el suicidio y las estrategias de afrontamiento, a través de un taller psicoeducativo con técnicas de arte terapia. La muestra estuvo conformada por 40 estudiantes del Sistema Avanzado de Bachillerato y Educación Superior (SABES) cuyas edades oscilaron entre los quince y diecinueve años. Los resultados evidenciaron que el arte puede emplearse como una herramienta que permite diversificar las estrategias de afrontamiento ante situaciones estresantes de la vida cotidiana, disminuyendo así el riesgo de recurrir a un acto suicida. De esta manera se concluye que el taller psicoeducativo permite proporcionar aprendizajes relevantes sobre el suicidio, así como facilitar la identificación de señales de advertencia, generando redes de apoyo para los adolescentes en el contexto educativo.¹⁰

    RAZONES DEL BENÉFICO EFECTO DE LA CREATIVIDAD PERSONAL EN LA SALUD INTEGRAL Y EN LA ESTIMA DEL PROPIO EXISTIR

    El arte salvó, en gran medida, a Beethoven de las garras de la desesperación y del suicidio. De nuevo, acudamos a sus propias palabras acerca de ello:

    (La muerte) Si viene antes de que yo haya tenido la oportunidad de desenvolver todas mis capacidades artísticas, a pesar de mi dura suerte, vendrá demasiado pronto, y yo seguramente desearé que venga más tarde [...].¹¹

    Como se ve, para nuestro artista, el anhelo de desplegar sus potencias, capacidades y posibilidades artísticas supusieron un motivo para no desear la llegada de la muerte, y por ende una causa para desear seguir viviendo. Ahora bien, ¿cabe aplicar esto a otras personas y, si fuera así, por qué?

    Enseguida conviene aquí no olvidar que la propia creatividad artística y estética no es algo reducido, en exclusiva, a ciertos sujetos privilegiados, tales como Beethoven u otros genios y artistas. Ya Sternberg¹² y López Quintás¹³ han mostrado que todos podemos y debemos ser creativos, desarrollar nuestra creatividad personal en mil campos y de modos muy diversos.

    Pues bien, la causa más honda de lo fecundo de la creatividad singular, a la hora de estimar la propia existencia, tal vez radica en una relevante nota de dicha creatividad. Se trata de su tenor profundamente «personal».

    En efecto, nuestra creatividad posee un rasgo que contribuye a revelar su intensa capacidad para valorar nuestra existencia particular: su carácter hondamente personal, su especial singularidad, su estar ligada indisolublemente a la propia identidad, vinculada estrechamente a nuestra subjetividad más profunda. En efecto, en ella se manifiesta nuestra «originalidad personal», que a su vez muestra nuestra «unicidad». Esto es: la creatividad personal está profundamente vinculada a nuestra «irrepetibilidad». Ahora bien, comprender que cada uno de nosotros constituye alguien —no algo—, un sujeto —y no un objeto— insustituible e incomparable, ayuda enormemente a estimar nuestro inmenso valor como personas, como seres inconfundibles y distintos.

    Ligado con este motivo se encuentra el hecho de que la creatividad estética comporta un fecundo cauce de expresión de la propia subjetividad. De este modo, contribuye a satisfacer la honda necesidad humana de comunicarnos con otros y de hacerlo con un alcance o sentido profundamente personal. Gracias a esta aptitud, en efecto, nos relacionamos y encontramos con los otros, con nosotros mismos y con el resto de lo real, lo que supone una dimensión esencial, fundamental de nuestro ser personal. Lo estético y artístico nos brindan, así, un ámbito de manifestación, de diálogo y de vinculación mutua. Al contribuir a la expresión de nuestro ser y valor, y al posibilitar la relación con los otros, la creatividad formal opera como un revulsivo en la estima de nuestra dignidad.

    Por otro lado, la creatividad específicamente artística o estética conecta con valores de un hondo alcance —como los de belleza, gracia, elegancia, originalidad, expresividad, etc.—. Estos valores transparentan el hecho de que existen realidades de una extrema fecundidad que no son puros instrumentos, que no tienen un carácter solo

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