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Poder Para Vivir: ¡Experimente todo para lo que fue creado!
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Poder Para Vivir: ¡Experimente todo para lo que fue creado!
Libro electrónico277 páginas8 horas

Poder Para Vivir: ¡Experimente todo para lo que fue creado!

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En un mundo donde la oscuridad está en constante choque con la luz, la gente necesita desesperadamente algo o alguien en quién creer, ya sean líderes, amigos y pastores íntegros y verdaderos.

 Poder para vivir le da las claves para experimentar esa vida extraordinaria, una vida marcada por la presencia y el poder de Dios. Cada capítulo cubre un principio esencial que le permitirá superar situaciones de su pasado, desarrollar una fresca visión para su futuro y caminar en victoria de forma continua.




 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 nov 2011
ISBN9781616385132
Poder Para Vivir: ¡Experimente todo para lo que fue creado!

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    Poder Para Vivir - Matt Sorger

    máximo.

    CAPÍTULO 1

    No exprima mi fruto

    UN PASTOR ENTRÓ en su iglesia un domingo en la mañana y compartió con su personal, antes de que comenzase el servicio, que quería abandonar el ministerio e iba a decírselo a la congregación ese día. En lugar de sentarse en la plataforma como hacía normalmente, escogió sentarse en la primera fila. Durante la adoración se quedó sentado con sus brazos cruzados y una mirada perdida en su cara. No hizo intento alguno de adorar a Dios; su espíritu estaba frío como la piedra. Justamente antes de levantarse para predicar, le susurró a su asistente: Observa cómo predico. La gente no notará la diferencia.

    Cuando se situó en el púlpito para predicar, abrió su boca y habló con la misma elocuencia con la que hablaba cada domingo. Las palabras sonaban estupendamente, de hecho, eran impresionantes. Cuando terminó de predicar, cerró su Biblia, descendió de la plataforma y se dirigió a una sala en la parte de atrás. Nadie se dio cuenta; todos aplaudieron como siempre. Se fueron del servicio aquel día habiendo oído un estupendo mensaje, pero no fueron tocados ni cambiados por el Espíritu de Dios. Habían caído en el alboroto carismático; las cosas se veían estupendas por fuera, pero no había fruto alguno por dentro. No hubo poder. No hubo vidas cambiadas. Tan sólo un ritual vacío.

    Un día, Jesús iba andando por el camino, y divisó una higuera a un lado. Jesús se emocionó porque tenía hambre y vio que la higuera estaba llena de hojas verdes. Me imagino que Él esperaba encontrarla llena de higos maduros, ¡pero se acercó un poco más y vio que no había ni un solo higo en todo el árbol! Lo único que había eran hojas, pero ningún higo. Con una sola palabra Él maldijo la higuera, y al instante se secó y murió. Los discípulos se maravillaron ante tal poder y autoridad de Jesús, que incluso las higueras obedecían su mandamiento (Marcos 11:12-14).

    Jesús utilizó la experiencia para enseñarles una lección sobre la fe: si ellos tan sólo querían, también podrían hablarle incluso a una montaña y tendría que apartarse de su camino. Pero creo que este pasaje fue diseñado para que podamos aprender otras cosas.

    La primera lección tiene que ver con nosotros. Al igual que la higuera parecía frondosa y fructífera desde la distancia, hay muchos de nosotros que nos vemos bien desde la distancia. Olemos bien, sonamos bien y hablamos bien. Seguramente hay fruto espiritual oculto entre todas esas hojas de dones y talentos.

    Incluso algunos predicadores, que pueden llevar a una multitud al frenesí sabiendo qué palabras utilizar para obtener una reacción de la gente, pueden engañarnos y hacernos creer que allí hay fruto. Pero he llegado a aprender que la predicación elocuente no siempre puede equipararse al verdadero poder de Dios. De hecho, si miramos un poco más de cerca, lo que encontramos con frecuencia es una forma de piedad que carece del verdadero poder de Dios para transformar las vidas de las personas. Gritos y alboroto no son el poder de Dios. Gritar y danzar no son siempre el poder de Dios.

    Debemos anhelar tener algo más que un exterior que se vea bien desde la distancia. Podemos pulirnos a nosotros mismos con trajes y corbatas de moda, y con vestidos y sombreros. Podemos decir todas las palabras adecuadas y ser actores o actrices estelares. Pero cuando Jesús se acerca, Él no quiere ver tan sólo hojas; Él quiere el fruto. Él quiere algo más profundo; quiere que su hambre sea satisfecha. Dios anhela personas que no sólo se vean bien por fuera sino que también sean verdaderas y genuinas en lo profundo de su ser, personas que verdaderamente practiquen lo que representan y que vivan en el puro y auténtico poder del Dios vivo. No es suficiente con verse bien desde la distancia. Jesús está buscando fruto en las vidas de su pueblo.

    La otra lección que nos enseña la historia de la higuera tiene que ver con nuestros talentos naturales y dones espirituales. Los talentos naturales son capacidades y fortalezas con las que nacemos. Por ejemplo, algunos son oradores públicos dotados por naturaleza. Otros tienen increíbles capacidades musicales y pueden llevar a la gente a tener carne de gallina y llorar con tan sólo cantar. Algunos nacen con destacadas inclinaciones atléticas, mientras que otros tienen una inteligencia de genio. Todos ellos son talentos naturales dados por Dios y se ven muy bien desde la distancia.

    También están los dones sobrenaturales del Espíritu que se encuentran en 1 Corintios 12:8-10. Entre ellos se incluyen palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas.

    Desde la distancia, la operación de los dones del Espíritu en nuestras vidas también puede verse estupendamente. Los dones son dados a canales imperfectos por la gracia de Dios, y son irrevocables (Romanos 11:29). Cuando una persona busca una relación con Dios, puede comenzar bien y empezar a operar en dones del Espíritu. Pero no es suficiente tan sólo con comenzar bien; también tenemos que terminar bien. Es posible comenzar fuertes y operar en los dones y capacidades que Dios nos ha dado y después alejarnos de Él en nuestro corazón. Ese es el peligro de buscar talentos y dones aparte del fruto.

    Jesús lo dijo muy claramente: Así que por sus frutos los conocerán (Mateo 7:20). Lo que verdaderamente nos marca como personas que viven una vida capacitada por el Espíritu es el fruto que producimos.

    Podado si produce y

    podado si no produce

    Si es usted es jardinero o se le dan bien las plantas y las cultiva en su casa, sabrá que una de las mejores maneras de obtener buen fruto o buenas flores de su planta favorita es podarla o incluso cortarla por completo durante la estación adecuada. En Juan 15:2 Jesús nos compara a las ramas. Él dice que si una rama no produce ningún fruto, debe ser cortada. Y las ramas que sí producen fruto, Él las poda y las corta. Usted no tiene que hacer algo equivocado para ser podado; en realidad, cuando hace cosas correctas es cuando tiene lugar la poda. Por tanto, sepa que será podado si produce y podado si no produce. Bien podría manejar eso y permitir que Dios produzca su fruto en usted. Pero una cosa es segura: es mejor ser podado que ser eliminado.

    Por tanto, ¿cómo nos poda Dios? Bien, Él lo hace de dos maneras principales. En primer lugar, sabemos que su Palabra nos poda.

    Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.

    —JUAN 15:3

    A medida que leemos su Palabra, se revela nuestra verdadera condición y nuestros corazones quedan expuestos a la luz. Hebreos 4:12 dice que la Palabra de Dios es viva y poderosa…Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. Mediante su Palabra, Dios nos muestra dónde nos hemos equivocado para que podamos comenzar a vivir de manera que le agrade verdaderamente. También, a medida que leemos y pensamos en su Palabra, su Palabra tiene un poder limpiador que obra en nosotros, haciendo que seamos la persona que Él nos ha destinado a ser. Su Palabra ilumina nuestro camino y nos da la dirección correcta para todos los aspectos de nuestra vida. Su Palabra nos da el poder para vivir una vida que produzca fruto.

    Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia.

    —2 TIMOTEO 3:16

    La Palabra de Dios pone delante de nosotros la imagen de Cristo, quien practicó perfectamente el fruto del Espíritu y caminó en el poder de Dios. Al contemplar su Palabra, somos podados, cuidados, corregidos y alentados a ser semejantes a Él.

    Nuestras relaciones con otras personas también son utilizadas para podarnos. Eso es. Dios pone a nuestro alrededor a todos esos probadores de fruto para asegurarse de que estamos produciendo el fruto correcto. Él crea a todas las personas, cada una con diferentes personalidades. Él crea a algunos tenaces; a otros, los crea mansos y humildes. Dios crea todos esos tipos diferentes de personas y los pone juntos. ¡Es una ensalada de frutos! Pero realmente cuando esas personas se relacionan la una con la otra es cuando se produce el verdadero fruto o sale a la luz la falta de ese fruto.

    Mire, hay dos seres espirituales que intentan matarle. Puede que se pregunte: ¿Cómo? ¿Matarme?. Sí, matarle. Dios y Satanás. Satanás viene como ladrón para robar, matar y destruir para hacerle daño. Satanás llega para destruir el plan y el propósito de Dios para su vida. ¡Dios llega para matar nuestros caminos carnales de modo que podamos experimentar el poder de su resurrección! Ese tipo de muerte es para nuestro bien. Él permite que cada área de nuestra vida sea crucificada con Cristo de modo que podamos experimentar su poder en esas áreas. Pablo dijo: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20, RV60).

    Antes de que podamos recibir el poder de la resurrección, tenemos que experimentar primero su muerte. Cuando morimos al yo, el poder de Él es liberado en nosotros, capacitándonos para ser quienes Él nos ha llamado a ser. ¿Y qué mejor manera de morir que por medio de todas las relaciones que tenemos con las personas que nos rodean diariamente? Cada vez que pulsan uno de nuestros puntos sensibles y escogemos responder con amor y gracia, morimos. Cuando estamos solos, somos pequeños angelitos; ahí estamos en oración disfrutando de la presencia de Dios, flotando en una nube. ¡Todo es pacífico y perfecto! Entonces la esposa, el esposo o los niños llegan a casa. Hay zapatos por todas partes, ropa sobre el piso o platos sucios en el fregadero. De repente desaparece el halo y salen los espinos. ¿A dónde se fue el pequeño angelito? Comienzan a ser pulsados puntos sensibles de la carne y el fruto interior comienza a verse en el exterior. Este tipo de revelación sólo puede producirse mediante nuestras relaciones con las personas. Quienes están más cerca de nosotros son quienes realmente verán qué tipo de fruto tenemos.

    Imagine conmigo el siguiente escenario. Usted está en su casa manteniendo una discusión con su esposo, esposa o hijos. Se acalora un poco. Se levantan las voces y se encienden las emociones. Entonces suena el teléfono y usted dice con una voz perfectamente calmada y relajada: Hola. Es el pastor. Hola, pastor, qué bueno escucharle. Oh, sí, estoy muy emocionado por la venta del sábado, claro que estaré allí con mis galletas. Amén. Gloria a Dios. ¡Soy salvo, santificado y lleno del Espíritu Santo! Hablaremos más tarde, pastor. Cuando cuelga el teléfono, el alboroto continúa en el mismo punto en que se detuvo.

    Parece que podemos tener el pleno control del fruto que mostramos y producimos dependiendo de quién esté cerca de nosotros. Nuestra familia tiende a ver lo peor de nosotros. ¿Por qué? Porque sentimos mayor comodidad y también porque la familia es la familia. Ellos no pueden abandonar. Los padres son sus padres, sus hijos son sus hijos y su cónyuge es su cónyuge. Cuando usted se casa, es hasta que la muerte los separe. Dios utilizará su relaciones más cercanas para producir su mayor fruto.

    Por tanto, en lugar de intentar constantemente cambiar a los demás, puede que le vaya mejor si tan sólo los acepta tal como son. Probablemente disfrutará de su viaje mucho más si ora para que Dios le cambie a usted en lugar de a las personas que le rodean. Si puede usted producir el fruto bajo circunstancias difíciles, entonces finalmente lo que le molestaba de esa persona ya no le irritará. A medida que muera a usted mismo, obtendrá victoria sobre esos sentimientos irritantes y será mucho más feliz como resultado. Recuerde siempre que cuando usted ora para que otra persona cambie, Dios está buscando que usted cambie. Bien podría usted morir y sobreponerse a eso.

    No podemos huir de la comunidad; tenemos que aceptarla. Es lo que Dios utiliza para perfeccionarnos. ¿No le hace eso feliz? Bien, debería hacerlo. Por tanto, sea feliz y disfrute del viaje. Cuando crea que otra persona es un probador de fruto, ¡recuerde que puede que usted sea el probador de fruto para otra persona!

    A tiempo y fuera de tiempo

    Yo le hice a Dios una pregunta: ¿Por qué maldijiste la higuera cuando no era el tiempo de que tuviera higos? ¿Cómo pudiste hacer responsable al árbol de producir fruto fuera de tiempo?. Sencillamente no me parecía justo. Entonces me vino a la mente esta escritura: que instes a tiempo y fuera de tiempo (2 Timoteo 4:2, RV60).

    Entendí que a pesar de cuál sea la estación, a pesar de cuáles sean nuestras circunstancias, a pesar de si es un buen día o un mal día, Jesús quiere que demos fruto. No siempre será fácil dar buen fruto, pues requiere una muerte a los deseos de la carne y a la vida del yo. Pero Dios quiere que estemos preparados a tiempo y fuera de tiempo, y su Espíritu nos da el poder para hacerlo.

    Lo increíble es que cuando Dios nos pide que hagamos algo, ¡se debe a que sabe que Él ya ha hecho provisión para ello! Él nunca nos pide que hagamos algo por nosotros mismos sin su ayuda.

    Jesús está más interesado en nuestro fruto de lo que lo está en nuestros dones o éxito material. Esto se revela en Mateo 7:2223, donde a aquellos que operan en grandes dones se les dice que se aparten de Jesús porque en realidad Él nunca los conoció. Su falta de fruto hizo que pasaran por alto lo más importante: la relación con Dios y la aceptación en el reino del cielo. Jesús también dijo en Mateo 21:43: Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. El fruto está en primer lugar en la lista de prioridades de Dios para nosotros.

    Usted dará fruto

    Joel profetizó: No teman, animales del campo, porque los pastizales de la estepa reverdecerán; los árboles producirán su fruto, y la higuera y la vid darán su riqueza (Joel 2:22). A medida que Dios continúa obrando en nosotros, Él hará que los lugares desiertos se conviertan en pastizales verdes. Él hará que los lugares secos y muertos cobren vida. Él hará que el árbol, nuestras vidas, den fruto y la vid dé su riqueza. Dios nos da la fortaleza para dar el fruto que Él desea que tengamos. Él nos hace fuertes en el Espíritu. Ese es nuestro

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