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Heterosexualidad: Historias Reales
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Libro electrónico204 páginas4 horas

Heterosexualidad: Historias Reales

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Este libro está dirigido a personas que se encuentren interesadas en el Desarrollo de su Heterosexualidad.

La clínica Venser se estableció desde el año 2000 y está enfocada en el Desarrollo de la Heterosexualidad. A lo largo de su historia, ha logrado tener más de 300 casos de éxito en personas con Atracción Homosexual mediante un Proceso Psicoterapéutico que les ayudó a sanar su Atracción Homosexual, curando los factores psicológicos que le generaban.

Como psicólogos nos dedicamos especialmente a pacientes que desean desarrollar su Heterosexualidad, juntamente con su masculinidad o feminidad de acuerdo a su sexo.

Muchas personas anhelan quitarse un sentimiento que en ningún momento eligieron. Para todos aquellos que se sienten presionados a vivir con algo que no pidieron, les digo: Nadie les puede coartar su libertad.

No estás obligado a vivir con atracción homosexual.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 ago 2018
ISBN9780463741887
Heterosexualidad: Historias Reales

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    Excelente libro , para educar , formar e instruir en temas sexuales , muy fascinante .
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    1/5
    Homofobia pura disfrazada de psicología. La homosexualidad no es una enfermedad, pero la homofobia sí.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Muito bom ótimas historias bons testemunhos gostei muito desta resenha

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Heterosexualidad - Everardo Martínez Macías, Sr

Este libro presenta los testimonios reales de personas que por diversas causas tuvieron atracción homosexual, y al no sentirse conformes con este sentimiento decidieron buscar ayuda psicológica para desarrollar su heterosexualidad.

Todos a la fecha son personas que viven su sexualidad conforme a su diseño y han encontrado lo que no se imaginaban: atracción heterosexual y una genuina gratitud por haber tenido la oportunidad de sanar emocionalmente las causas que generaban sus sentimientos homosexuales.

Cabe señalar que actualmente se enfrenta una batalla importante en el ámbito legal, por la aprobación del matrimonio igualitario, la adopción para familias homoparentales y una etiqueta de homofobia a cualquier persona que no esté de acuerdo, o no acepte las presiones que la comunidad LGBTTTIQ quiere determinar como válidas. Este libro no pretende ir contra esta comunidad, sino presentar una opción de libertad para cada persona que desea ejercer su sexualidad, esto incluye a personas que tienen la atracción homosexual y quieren vivir una vida heterosexual. Este libro infunde esperanza para quien desee vivir en su diseño original.

Fernando

Introducción

El caso de Fernando es un caso atrayente por varias razones, la totalidad del caso fue visto por llamada de WhatsApp. Un joven interesante, persistente, muy tenaz en lo que buscaba, muy peculiar; fue uno de esos casos en el que yo no buscaba remuneración económica, sino el simple hecho de ayudar al que me necesitaba.

Lo conocí por primera vez cuando lo invité a dar su testimonio en una de las conferencias de capacitación básica de cinco horas, y él accedió a viajar desde su ciudad a la ciudad donde yo me encontraba, para dar su testimonio. Es uno de mis pacientes con carita feliz porque él hizo todo lo que yo le indiqué de manera militar. Llegó a convertirse por tanto en uno de esos casos récords de los que en 16 años no he tenido muchos.

En meses logró superar sus miedos y desarrollar su heterosexualidad, rápidamente comprendió que toda la relación con las mujeres que estaban cerca de él tenía que terminar y lo hizo; también pese a todo lo que le costó, tenía que relacionarse con su padre, por lo cual en ese proceso él tuvo que sanar varias cosas. Su convicción y su identidad estaban basadas en el diseño, lo que le dio el cimiento suficiente como para construir una relación nueva con su madre y con las mujeres de su entorno, así como la relación con su padre. Sin esta convicción hubiera sido imposible desarrollar una atracción heterosexual.

Fernando es un hombre sencillo con muchas ganas de salir adelante, de esas personas que cualquier loquero como yo quisiera tener como paciente, todo un reto. Alguien que ya había pasado por varias opciones de ayuda profesional y religiosa sin mucho éxito. Nadie, le había enseñado, hasta que llegó con nosotros que ES HETEROSEXUAL, sólo le hacía falta desarrollarlo.

Testimonio

Fernando, es un joven de 26 años que hace casi un año y medio viene desarrollando de forma exitosa su identidad heterosexual, con gran satisfacción para él. A continuación, nos cuenta parte de su vida, su superación y valor:

Recuerdo que una de las primeras tareas que me dejó el Psicólogo Everardo Martínez, para desarrollar mi identidad Heterosexual, fue resolver problemas, conflictos, traumas, miedos, etc., para avanzar en muchas cosas.

Everardo Martínez: ¿Cuáles fueron las principales tareas que te ayudaron?

Fer: La principal tarea fue que debía cortar la relación tan estrecha que desde hacía años llevaba con mi madre. Recuerdo que mi mamá era como mi canal de emociones, de sentimientos, de afectos por lo que debía cortar esa relación y empezar a relacionarme con mi referente próximo, es decir con mi padre. Yo pensé: Y ahora ¿qué voy a hacer? Mi padre casi no estuvo conmigo en mi infancia, ni en mi adolescencia, ahora tengo que buscar a la montaña (pensé), es decir a mi padre. Acá en México hay un refrán que dice: Si la montaña no va hacia ti, tú ve a la montaña. Entonces tuve que dejar esta montaña que era mi madre para buscar la otra montaña a la que pertenecía, a la referente, es decir a mi padre.

Everardo Martínez: ¿Por qué fue difícil hacer esta tarea?

Fer: Para mí fue difícil, ya era complicado vivir con él por la distancia; hablaba y se comportaba de diferente forma, yo siempre lo había rechazado, inclusive muchas de las veces que él me decía: Haz esto, o las veces que me aconsejaba: Métete a estudiar mecánica, yo decía: No, yo no voy a estudiar eso, porque él actuaba muy agresivo conmigo. Las formas en como él manifestaba su hombría y su masculinidad me asustaban, yo tenía cierto temor de conectarme con él, de convivir con él, mi relación era solo de: Hola papá, ¿cómo estás?, y él me respondía: Hola, bien, y hasta allí: era toda nuestra comunicación. Cuando el psicólogo me dijo que debía de cortar la relación con mi madre, yo me lo tomé muy en serio. Me fui de la casa de mi madre y me distancié de ella. Es entonces que empiezo a vivir con mi padre una relación verdadera y plena, de hijo y padre. Para mí fue difícil entender el lenguaje de mi padre, pero con base en la perseverancia y a que yo me aferré a este proyecto, pude ir superando el proceso, así empecé a ver resultados y frutos. Y sí, efectivamente uno de ellos fue que mi madre pudo ver mi cambio, se dio cuenta que antes no salía a la calle, que antes no tenía amigos, que antes no conversaba con mi padre. Antes solo iba de la casa a la iglesia y de la iglesia a la casa y nada más, con ella siempre a mi lado, ella pensaba: Pues ahora mi hijo se empieza a independizar y a comportar rebelde. También que ya me empezaba a parecer a mis hermanos mayores y a mis pares. Ella se sorprendió de eso, enojada empezó a decirme muchas cosas ofensivas. Pero yo como he dicho, yo sabía que no debía dejarme llevar por su visión, ni por sus críticas, sino que debía seguir caminando en el proceso de sanación y del desarrollo de mi Identidad Heterosexual. Muchas de las veces que mi padre venía de trabajar fuera, de viajar por la República, en la casa nos sentábamos a platicar interesándome en sus actividades. Yo aprovechaba el tiempo necesario para conversar con él, le preguntaba: Papá ¿a qué partes ha viajado?, él me decía: Hijo, he viajado a Sinaloa, a Colima, a México, D.F., yo le decía: Papá, ¿y qué hizo? y él me contestaba: Llevé leche de la empresa Valle Redondo, y concentrado de frutas". ¿Y eso le gusta? La verdad es un trabajo agradable, por la gente que tengo la oportunidad de conocer.

Luego le preguntaba sobre deportes, lucha libre, programas de lucha libre de Estados Unidos, sobre deportes agresivos y sobre más temas en general. Es así que armábamos una buena conversación. De esta manera yo empecé a conectarme y a vincularme con él. Tuve que desaprender muchos conceptos negativos que tenía de él, que los había aprendido por parte de mi madre, porque yo lo miraba desde la óptica de una visión femenina.

Aunque resulté grotesco, mi madre influyó en cierta manera a que yo sintiera atracción hacia mí mismo sexo, porque siempre me habló mal de mi padre y de todos los hombres. Yo tenía rota la imagen de mi padre y lo miraba desde el juicio severo de mi madre, a tal punto que llegué a odiarlo, a despreciarlo, y a desear su muerte, pues consideraba a mi madre como la protectora, la proveedora, etc.

Cuando me doy la oportunidad de conocer la realidad de las cosas, de cómo fueron pasando en mi infancia, me doy cuenta de que no todo lo que mi madre me había dicho era cierto, y que si ella actuaba así conmigo era por los problemas en su relación con mi padre: no había encontrado un refugio en él y lo quiso buscar en sus hijos. Yo (por ser el más pequeño de sus hijos varones) sufrí las consecuencias de su sobreprotección, del mal parental (que consiste en que la madre habla mal a sus hijos de su padre y no se da cuenta del daño que está ocasionando o viceversa). Recuerdo que cuando me doy cuenta de todo esto y más cosas que contaré en otro testimonio más extenso, empiezo a entender el proceso que estoy llevando con el psicólogo Everardo y la responsabilidad que debo de poner al respecto y así comienzo a ver los primeros frutos después de hacer las tareas que me ha encomendado.

También tuve que aprender nuevas cosas, nuevos conceptos acerca de quién soy; conceptos que siempre estuvieron allí, pero que desconocía, conceptos acerca de: mi hombría, mi masculinidad, del diseño original, de mi identidad heterosexual, de mi virilidad, etc. Tan fuerte fue creciendo la relación con mi padre, que cuando me enteraba que él estaba en un pueblo cercano de donde yo estaba, salía a buscarlo para ir a comer con él, y así, convivir un rato juntos, como padre e hijo.

Conversábamos sobre las muchachas, sobre nuestras experiencias personales, sobre futbol y otros deportes, sobre mecánica, temas que pueden considerarse propios de los hombres. A través de estas conversaciones y encuentros, yo me daba cuenta cómo debía de pensar, como debía de razonar, cómo debía de actuar y como debía de comportarme…, como un hombre. Esta parte ayudó mucho a que yo pudiera perdonar todos los errores que mi padre había cometido conmigo en la infancia y adolescencia, ese rechazo que sufrí por parte de él. Yo pensaba: Pues si es mi padre, manos a la obra, yo me parezco a él en todos los sentidos y aspectos. Llegué a tal punto que me atreví a decirle: Papá te quiero y estoy orgulloso de ti; de abrazarlo, de dejarme querer por él, de darle un beso en la mejilla. Mi padre al ver ese cambio se quedaba sorprendido.

Otra tarea que tuve que hacer fue cortar la relación con mis primas, mis amigas y mis hermanas. Es cierto, yo crecí en ese mundo femenino muy vinculado a las mujeres. Al hacerlo pensaba: ¿Ahora qué voy a hacer? Tengo que conectarme con los hombres, con mis pares. Muchas veces había juzgado mal las cosas por los síntomas que experimentaba: miedo, angustia, ansiedad, desesperación, tristeza, soledad y la atracción homosexual. Me convencí totalmente de que tenía que dar este paso. Entendía que, si el psicólogo Everardo Martínez me decía que así eran las cosas, eso iba a dar resultados, iba a dar frutos. Dejé de visitar a mis tías, primas, amigas y corté con el mundo femenino. De pronto, me empezaron a mandar mensajes mis amigas, me preguntaban: ¿Por qué has cambiado?, ¿por qué ya no nos visitas? y ¿por qué no te acuerdas de nosotras?. Yo les contestaba: Soy un hombre muy ocupado, no tengo tiempo, nunca les contaba de mi historia, ni del proceso que estaba viviendo y llevando a cabo como hombre. Les decía: Es parte de mi vida, respétenme".

Recuerdo que empecé a juntarme con mis sobrinos. La primera vez fue muy difícil para mí, me empezaron a molestar, decían que yo era un mariconcito, que yo era esto o aquello. Que me tomaba las cosas muy en serio, decía: Ah bueno, ¿éste cómo supo mi verdad? (risas).

Yo veía las cosas desde el punto de vista femenino, con los ojos de las mujeres porque así lo había aprendido de mi madre. Es por eso que yo usaba bastante la parte sentimental, la parte emotiva que había aprendido de ella. Cuando yo vi estas cosas y las identifiqué, me dije que: No debo dejarme llevar por los sentimientos, por las emociones, ni por los afectos; era el momento de entender a mis pares, es decir, a mis iguales y de ver la diferencia de lo aprendido por parte de las mujeres que no debía formar parte de mi empaque, y de lo no aprendido por parte de mi padre y de mis pares (que formaban parte de mi ser).

Ahora recuerdo que cuando me di cuenta de esta gran verdad entre otras, experimenté un gran alivio y me propuse que nunca es tarde para aprender lo que no se aprendió en la infancia y adolescencia. Pensaba: tengo que ser más práctico y no tomarme las cosas tan al pie de la letra, ni en primera persona pues la mayoría de las veces no forman parte de mí. Me faltaba entender que muchas de las críticas hacia mí, eran parte de un juego, de bromas y que no debía de enojarme o atemorizarme por ello.

Recuerdo que mi sobrino me dijo: Padrecito (porque yo había estudiado en el seminario) si te metes al grupo de todos mis amigos vas a tener que soportar todas las humillaciones, las burlas, la broma continua y muchas cosas más. En ese momento pensé: Oh Dios, ¿en qué me he metido con estos muchachos? y como que me quería echar para atrás.

Luego pensaba: Ni loco, no voy a ir para atrás, yo agarro al toro por los cuernos. Recuerdo que empecé a fijarme en los muchachos, en su manera de actuar, de hablar, de comportarse, hasta en su manera de pensar, su manera de relacionarse entre ellos mismos, su manera de convivir y todo eso, y yo los iba imitando, aprendiendo de una forma natural. Sentí como si una venda de mis ojos cayera, empecé a verlo todo con claridad y a entenderlo, pues todo esto siempre fue parte de mi esencia y de mi diseño original, juntarme con estos muchachos siempre fue parte de mi ser, siempre estuvo este deseo de vivirlo, sólo que no lo sabía, siempre tuve el deseo de compartir con otros varones, pero a mí me lo habían negado de niño. Ahora me sentía tan a gusto conmigo mismo que quise seguir adelante con este proceso y este camino.

Tengo que reconocer que cuando empecé a convivir con mis pares, se manifestaban algunos síntomas: el síntoma de la atracción homosexual, el síntoma del miedo, de la soledad, de la tristeza, del rechazo, de la angustia. Yo pensaba que ellos me rechazaban, que me hacían a un lado, que me humillaban. Pero no era eso, lo que pasaba era que yo traía muchos sentimientos escondidos dentro de mí, que, al convivir con mis pares, salían a flote. Empiezo a conocerme a mí mismo y después a aceptarme y a superarme, dándose todo de una forma natural. Traté de entender hasta lograrlo por qué me venía ese pensamiento, esa emoción, ese sentimiento, ese afecto, y qué solución tenía. Muchas veces cuando sentía la atracción homosexual, descubría que realmente lo que yo buscaba de mis compañeros era un abrazo, una muestra de cariño, de afirmación, sobre todo, que me reconocieran como un varón". Tuvo que pasar un tiempo, para que ellos lo pudieran hacer, es cuando yo empiezo a reconocerme heterosexual y a aceptarme también, como lo que verdaderamente soy en todos sentidos y aspectos: Un hombre.

Recuerdo que, de tener

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