No solo de Richard Curtis (Wellington, Nueva Zelanda, 1956) se alimenta el romanticismo en el cine producido por el Imperio británico. Pero de lo que no hay duda es de que muchas de las comedias románticas inglesas de los años 90 y la primera década y media de los 2000 –que tomaron el relevo al meet cute hecho en Hollywood– tienen detrás a este guionista y director responsable de romcoms de toque gamberro, cargadas de pullitas sentimentales, pero siempre con el equlibrio perfecto de emoción y sentimiento, elementos que lo convirtieron en el referente ineludible del género. Y si Curtis es la pieza clave detrás de las cámaras, frente a ellas es imposible esquivar el flequillo asilvestrado y la sonrisa tímida de Hugh Grant, convertido en superestrella universal y un galán de primer orden interpretando, la mayoría de las veces, al alter ego de Curtis en la ficción. La simbiosis llegó a tal extremo que Roger Michell, el director de Notting Hill, aseguraba que Hugh interpreta a Richard mejor que nadie, y Richard escribe a Hugh mejor que nadie. De hecho, es uno de los únicos actores que puede expresar perfectamente las líneas de Richard.
ALL YOU NEED IS AMOR
Porque al otro lado del charco, Harry encontró a Sally y Rock a Doris o, mucho antes, genios como Lubitsch o los Capra, Cukor, Wilder y, después, Nichols o Nora Ephron marcaron el pulso de unas historias que apelaban al corazón (contento) de los espectadores. Pero fue en la Inglaterra y el pre-Brexit –y gracias a la buena puntería de la productora Working Title, Cupido esencial que dio en la diana de la taquilla– donde y cuando confirmamos que todo lo que necesitamos como espectadores es amor. Y de ese momento salen la mayoría de títulos escogidos, aunque echemos también la vista atrás y rescatemos la más arrebatada de las fantasías románticas de Michael Powell y Emeric Pressburger; el Michael Caine más bribón; el romance con trasfondo social de Frears, o al Shakespeare más luminoso de Kenneth Branagh, el entonces heredero de Laurence Olivier. Cintas con las que acompañamos el 25.º aniversario de (o el 30.º de que se celebra este agosto) y nos metemos en la piel de Anna Scott, esa diva de Hollywood que, en realidad,