Desde hace tres décadas Alberto Reguera (Segovia, 1961) viene realizando proyectos expositivos que, partiendo de la pintura, investigan la relación entre el espacio, la materia pictórica y la profundidad visual que trasmite al espectador.
Diversas fuentes nutren mi imaginario pictórico. Por ejemplo, los movimientos artísticos de la abstracción lírica francesa o los grandes espacios divididos Intento materializar la parte invisible que rodea a mis obras, la que nos llega a través de las sensaciones. En algunos casos realizo estas expansiones cromáticas delante del público, con el objetivo de generar una sinergia entre este, el espacio y la materia expandida. Realicé una de esas pictóricas durante la exposición individual que me organizó el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, una experien- cia de la que guardo un gran recuerdo. A veces, la misma pieza sufre varias expansiones en diferentes escenarios, pudiendo tener varias vidas. Creo que los grandes pintores de la historia del arte viajan a través del tiempo. Me gustan todos los pintores paisajistas románticos, como Caspar David Friedrich. También me han influido algunos de los expresionistas abstractos del siglo pasado, como por ejemplo Louis Morris, Mark Tobey, Rafael Canogar, Olivier Debré o Gérard Schneider. Surge de manera natural. El salto de las galerías francófonas a las inglesas llega en la primera década del 2000, exponiendo en Washington DC y Londres. A partir de 2007, coincidió la expansión de mi trabajo en el lienzo y en el espacio con mi entrada en exposiciones en museos en Asia. Creo que hay un antes y un después en mi andadura internacional cuando el UMAG Museum de Hong Kong me organizó mi primera exposición retrospectiva en 2015. Entiendo el pincel como un demiurgo del espíritu. A través de mis obras quiero trasmitir emociones, que cada uno puede interpretar de manera subjetiva. Pinto los silencios sonoros que la naturaleza me trasmite. Después de mis viajes, reconstruyo el paisaje exterior transitado, en un paisaje interior que queda plasmado en el lienzo. Estoy feliz, pues justo desde hace unos días la galería Faider de Bruselas me ha invitado a formar parte de la nómina de sus artistas, entre los que se encuentran autores de la talla de Soulages, Matsunami, Michel Mouffe o Rainer Gross. Participaré en una exposición colectiva este mismo año y realizaré una exposición individual en la misma galería en 2025. Entre mis proyectos ya asegurados, el próximo año expondré individualmente en una de las salas de uno de los distritos del Ayuntamiento de París, en el maravilloso edificio hotel Cail. Actualmente estoy trabajando en dar visibilidad a un proyecto que consiste en un ejercicio pictórico que imagina las estaciones del paisaje canadiense.
