SUMA es un estudio pequeño que trabaja de forma artesanal. Para sus fundadores, Elena Orte y Guillermo Sevillano, la arquitectura es una labor política que construye ecosistemas para mejorar el bienestar. Recibir este prestigioso premio EUmies Awards, en la categoría de Arquitectura Emergente, ha sido emocionante y les motiva a seguir en el mismo camino.
Nos produce ilusión porque es el más relevante que se concede en el continente a una obra construida. Aparte del proyecto arquitectónico, hicimos una investigación sobre el programa Las dos obras que hemos terminado en esta etapa, la biblioteca y la cooperativa de viviendas donde está nuestro estudio y vivienda, han sido galardonados con premios arquitectónicos y distinciones que valoran, por ejemplo, la mejor actuación residencial. En el caso de la biblioteca, lo ha concedido la sociedad internacional de bibliotecarios y archivos. Se ha valorado el impacto en un barrio obrero, a las afueras de Barcelona, fuera del circuito turístico, donde hay poca inversión pública. El vecindario es reivindicativo y llevaba años pidiendo una biblioteca y un centro para los vecinos, así que es un equipamiento muy querido y desde que ganamos el concurso en 2015, los vecinos se han sentido integrados en el proceso. La arquitectura no ha olvidado la capacidad que tiene de transformar la sociedad. Hemos pasado de creer que podía resolver todo a tener un papel más marginal porque la sociedad ha dejado de mirar a los arquitectos esperando una contribución positiva. A veces, nos ven como meros diseñadores y como una forma de encarecer los proyectos, pero somos capaces de mejorar y aportar valor. Fue durante el proyecto de ejecución de una biblioteca en Fuerteventura cuando empezamos a trabajar con ella y vimos sus ventajas. La empleamos por sostenibilidad, por el impacto en la huella de carbono y porque construyendo en madera estás cuidando los bosques. Aporta calidad y calidez, apela a todos los sentidos, elimina el efecto de pared fría, tiene alta capacidad de socialización y ofrece estructuras livianas, resistentes y seguras. Es una manera novedosa de construir, no produce ruido ni polvo, y generó interés en los vecinos que se asomaban mucho a ver cómo funcionaba esa estructura. Es un edificio de arquitectura con- temporánea, en los límites de las posibilidades tecnológicas, y, aunque es vanguardista, no produce rechazo. A ello contribuye su corte palaciego, porque el edificio parece un palacio neoclásico. También influyen el espacio, la forma, la atención al confort, la experiencia, el carácter acogedor de la madera y la interrelación de escalas de lo doméstico a lo monumental. Hay tres cosas que nos gusta decir. Una: la arquitectura es una labor política, porque tenemos un papel relevante en la composición y la construcción del mundo común. Dos: todos nuestros proyectos suelen tener una comisión de investigación e innovación tipológica y programática. Tres: lo que llamamos construcción de asociaciones o socio-constructivismo, porque hay que aunar la mayor cantidad de actores posibles para sostener la iniciativa, propiciar la conversación y la interacción hasta lograr que no haya estridencias ni contrastes. arriba abajo, en sentido de las aguas del rejoj, la Biblioteca Gabriel García Márquez y tres imágenes de su proyecto Our-Shelves Houses, que engloba su casa-estudio y varias viviendas. El filósofo y sociólogo Bruno Latour y el también filósofo alemán Peter Sloterdijk. Ambos tienen esa sensibilidad ecosistémica y esa atención al detalle que nos interesa. Estamos en un momento de redefinición del ecosistema construido y el gran desafío hoy es que cualquier actuación debe tener en cuenta simultáneamente relaciones locales, de proximidad y globales. Saber de dónde viene el material, quiénes son las personas que lo ejecutan, el impacto en el entorno y la huella que deja. Desde el covid, la gente es más consciente del impacto que tiene el lugar donde vivimos y trabajamos, donde pasamos el 90 % del tiempo. Influye psicológicamente, en si nos sentimos bien o mal. Ahora la gente es más consciente y está demandando más lugares donde vivir y trabajar. Esa barrera se está rompiendo. Estamos poniendo en marcha el Centro de Innovación de la Madera (CIMBRA), buscando una localización en el centro peninsular para empujar el desarrollo de la madera en las zonas donde aún falta más presencia de este material. También estamos trabajando en la rehabilitación de un molino de mareas de doscientos años en Santander.
