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El desembarco de Normandía es una de las grandes hazañas militares de la historia. Su complejidad, sus recursos, su ejecución y, sobre todo, sus consecuencias, lo convirtieron en una de las operaciones más determinantes orquestadas por los aliados. La fecha que marcó el trascurrir de la Segunda Guerra Mundial fue el 6 de junio de 1944, pero los preparativos comenzaron 4 años antes. ¿Por qué se plantearon los grandes líderes mundiales desembarcar en Europa? ¿Existían otras alternativas? ¿Hubo otros intentos?
EL PORQUÉ DEL DESEMBARCO
Durante los dos primeros años de la guerra, Adolf Hitler y su poderoso ejército barrieron toda Europa sin apenas resistencia, incluyendo una asediada Gran Bretaña. Aunque no llegaron a penetrar en este territorio, gracias a los esfuerzos de los valerosos pilotos de la Royal Air Force, lo cierto es que las bombas de la Luftwaffe convirtieron las calles inglesas en un verdadero infierno. Para alivio de los británicos, en 1941 el Fürhrer no tardó en poner su empeño en una nueva empresa: la llamada operación Barbarroja (la invasión a la potente Unión Soviética).
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A lo largo de todo el conflicto, los aliados se enfrentaron a varios y graves problemas: la existencia de dos frentes de combate, la débil economía o la falta de recursos para poder continuar la guerra fueron algunos de ellos. Pero también la necesidad de un frente común ante la gran amenaza.
En cuanto a los escasos recursos, Gran Bretaña y la URSS contrajeron una serie de acuerdos con EE. UU.