PUEDE QUE SUENE exagerado, pero no reparé de verdad en el color azul hasta toparme con una viñeta de Enki Bilal a los 12 años. Era el retrato de una mujer del futuro: pelo corto, pómulos huesudos, una mezcla confusa de sudor y lágrimas. Todo azul. Bastó con mirar esa imagen para alterar mi percepción del mundo. Y ahora pienso: ¿fue aquella primera indiferencia una forma de daltonismo? Si algo me consuela es que no fui el y eran «rojos como el vino»? ¿Por qué el cielo lucía «canoso como una nube negra»? Otros estudiosos ampliaron la búsqueda: ni rastro del azul en viejos escritos chinos, poemas védicos del sur de Asia o leyendas islandesas. ¿Cómo explicarlo? Mi teoría favorita dice que el ser humano es incapaz de percibir aquello que no puede crear. Y hubo que esperar 35.000 años desde las pinturas rupestres hasta que los egipcios inventasen el famoso pigmento azul artificial (en 2.500 a. C.) para que todos se llenasen la boca con la dichosa palabra.
EL GRAN AZUL
May 17, 2024
3 minutos
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