Antes de desfilar por películas como La Semilla del Diablo (1968), El Exorcista (1973) o La Profecía (1976), la Biblia cedió protagonismo a Satán en uno de sus textos: el libro de Job. Es el catedrático de la Universidad de California Henry Ansgar Kelly (1934), en Pobre Diablo, una biografía de Satanás (2006), quien afirma: “El libro de Job es un misterio. No se centra en la historia de Israel y su composición no es muy habitual”. Es la tradición la que se empeña en atribuir su autoría al mismo Moisés (siglo XIV a.C.), quien habría escuchado esta historia durante su huida de Egipto. Sin embargo, no se conoce quién fue su verdadero autor, que pudo haber sido algún escritor anónimo (o varios) de cuidada prosa poética, incorporando metáforas y juegos de palabras que se pierden inevitablemente en la traducción del hebreo original.
SATÁN NO NECESITA ABOGADO…
Quienes escribieron el libro de Job, vivieron muchísimos siglos después de Moisés. Aunque antes de que fuera puesto por escrito, el relato de Job se habría perpetuado durante siglos a través de la tradición oral. En la introducción de las ediciones actuales de la Biblia, se reconoce que el relato de Job podría tener su origen en la literatura sapiencial de la antigua Mesopotamia. Entre los manuscritos en arcilla que podrían haber servido de fuente inspiradora se mencionan el Ludlul bel nemequi (Loaré al Señor de la Sabiduría), que se conoce como el Job babilónico (¿1700 a.C.?) o la Teodicea Babilónica (¿1600-900 a.C.?).
Se acepta que el libro de Job pudo (1934-2023), en (1977), propone una cronología distinta para cada fragmento del libro de Job: el cuento original habría sido escrito hacia el 550 a.C., mientras que los poemas habrían sido compuestos unos cien años después, momento a partir del cual se habría iniciado la integración de ambas partes, desde el 450 hasta el 350 a.C., aproximadamente. En cualquier caso–y aunque algunos pocos prefieren datar el texto antes del siglo VI a.C.–, este período de tiempo permite deducir que el libro de Job se habría inspirado en historias mesopotámicas que los judíos habrían escuchado en Babilonia.
