Los Borgia, convertidos en el arquetipo de corrupción, ambición y maquinaciones, fueron objeto de intensas rivalidades en el violento mundo del Renacimiento. Su ascenso al poder papal trajo consigo la enemistad de las ya establecidas familias italianas, resentidas por la intrusión de este grupo de españoles en un ámbito que consideraban exclusivamente suyo.
El cardenal Rodrigo Borgia se aseguró el pontificado como Alejandro VI en 1492 gracias a su astucia y recursos, enfrentando la resistencia de poderosos rivales italianos. A su llegada al papado, luchó por afirmar el dominio de Roma y desafió a las casas nobles, provocando una significativa oposición en el proceso de centralización de los Estados Vaticanos y la consiguiente pérdida de poder para la nobleza. En una época donde las luchas de poder abrazaban motivos religiosos, económicos y territoriales, los conflictos de los Borgia llevaron a la creación de una leyenda negra, alimentada por sus políticas de centralización y unificación que amenazaban el estatus de las familias nobles.
LOS MÉDICI, ‘REYES’ DE FLORENCIA
Familia poderosa donde las haya, el poder de los Médici duró siglos a pesar de sus muchas enemistades. Ostentaron títulos nobiliarios y coronas, pero su origen no era noble. Su andadura arrancó con Juan de Médici (1360-1429), un comerciante que llegó a ser gobernante de la República de Florencia