Es pura fuerza animal. Camina sin hacer ruido, habla desde un lugar sereno y en calma, pero hay algo que su presencia transmite y rebosa, ocupando todo el espacio. Serán los superpoderes que asegura tener, ella y todas las mujeres, tras la maternidad (su hija, Antonella, tiene 10 años); será el instinto desarrollado gracias al amor que siente por sus seis perros adoptados, que son parte de la familia; ¿o será una fuerza que, sencillamente, se alimenta de esfuerzo, pasión y férreos lazos familiares?
Hace tiempo que Mónica Cruz (Madrid, 1977) eligió instruirse y dejarse sorprender por todo lo bueno que trae el trabajo y la constancia, apartando a un y, aunque está lista para hacer más televisión, se encuentra inmersa en otro reto: el de diseñar, junto a su hermana Penélope, una cápsula de calzado y ropa para Geox. «No somos diseñadoras, pero cuando asumimos ese papel nos encanta hacerlo al 100%. En esta ocasión, aportamos ideas por separado, luego las discutimos, las pusimos en común y hemos trabajado con el equipo a partir de ahí. Geox nos ha dado libertad para crear básicos cómodos que no tienen por qué ser aburridos. Eso es lo bueno de la moda, que un o un chubasquero pueden tener un punto divertido. Soy muy fan del leopardo, por eso hay interiores forrados con este por ejemplo». La casualidad ha querido que las dos hermanas protagonicen este número de ELLE, algo que a Mónica no puede hacerle más ilusión. «Pe es mi referente en la vida. Ver todo lo que ha trabajado y lo que ha conseguido me enseña que luchando se logran más cosas de las que puedas llegar a imaginar. ¡Un Oscar! Nos sigue pareciendo un sueño, pero todo lo bueno que le pase se lo ha ganado», nos cuenta.