Empecé a hacer retratos con la intención de fotografiar a gente corriente, y encontré que los pelirrojos son a la vez corrientes y especiales», escribió en 1990 el fotógrafo Joel Meyerowitz en su libro Redheads, un completo catálogo sobre cómo lo extraordinario puede verse desde la perspectiva de lo común y viceversa. A lo largo de la historia, el arte occidental ha recurrido a las distintas tonalidades de cabellos rojizos para aludir a cualidades espirituales o sobrehumanas, pero también otras tan frecuentes y terrenas como la avaricia, la lujuria o la traición. Parece ser que, para el arte, la naturaleza contradictoria del ser humano encuentra en los cabellos anaranjados un vehículo de expresión ideal. Pero en esto, como en casi todo, también ha habido modas y evoluciones.
En la Antigua Grecia y en Roma, por ejemplo, era habitual representar a los bárbaros como pelirrojos, frente al