ESTOS DOS MODELOS TIENEN MÁS EN COMÚN de lo que puede parecer a primera vista: ambos tienen su origen en la competición, el año pasado celebraron sus cumpleaños -60 años el 911 y 70 el Corvette- y desde el punto de vista técnico están más cerca que en anteriores versiones. Donde sí hay una diferencia notable es en el precio, puesto que el americano tiene un precio de salida -en Estados Unidos, porque de momento no se comercializa de manera oficial en Europa- inferior a la mitad de lo que tendremos que desembolsar si queremos disfrutar de los placeres que ofrece el modelo alemán.
Aunque venga del otro lado del charco, el Corvette no se comporta, ni mucho menos, como pez fuera del agua en carreteras reviradas, y se siente relativamente compacto y fácil de colocar, sobre todo teniendo en cuenta que no es precisamente pequeño, y transmite confianza rápidamente. Al límite se maneja con sorprendente finura, pero también tiene capacidad para afrontar trayectos largos, con una suspensión que permite que no se hagan insufribles.
Los pedales están bien posicionados, y el habitáculotos, aunque el asiento del conductor podría -y debería- estar más bajo. Un generoso espacio para el equipaje, junto con el techo desmontable de esta versión Targa, hacen que sea más versátil que el GT3 RS.