■ Ahora, si conducimos una moto, estos riesgos se multiplican, porque se suma el problema no sólo de ver correctamente sino de ser vistos por otros conductores, además de percibir a tiempo los obstáculos que se nos presentan alrededor y anticiparnos a ellos de manera oportuna.
■ MANEJAR EL CAMPO VISUAL
Muchos aspectos hacen que la visibilidad de un mo tociclista se dificulte en la noche: El hecho de que éste dependa de la luz delantera para percatarse de lo que sucede en el camino (ayudado, en ocasiones, por el alumbrado público) hace que su campo visual sea muy reducido, lo que aumenta la probabilidad de que se produzcan caídas que atentan contra la integridad del conductor.
■ Lo que se debe hacer entonces es realizar un chequeo diario de las luces altas y bajas para evitar contratiempos en la noche, y cargar siempre una bombilla de repuesto para poder cambiarla cuando esta no prenda ni ilumine correctamente. No sobra decir que se debe utilizar las luces durante toda la noche y en las horas de madrugada, aunque el trayecto que recorras sea corto.
■ Otro problema es que las luces de los vehículos que transitan por la calle contraria, hacen que el motociclista sufra el efecto del “encandilamiento” visual (o el falta de agudeza visual temporal por causa del efecto de las luces reflectoras en el conductor) con mucha más fuerza de quien maneja un automóvil. La recomendación entonces es guiarse por las líneas de señalización central, o las del borde de la vía, y en casos extremos lo mejor es detenerse por un momento para evitar inconvenientes.
■ SER VISTOS
Recordá siempre “manejar como si nadie pudiera vernos correctamente” es consejo a la hora de manejar de noche, pues aumenta nuestra capacidad de reacción y nuestra prudencia a la hora de conducir.