Llamar plan hipodámico al trazado ortogonal de las ciudades es más una convención semántica que una realidad histórica. El filósofo, naturalista y urbanista Hipódamo de Mileto, cuya vida abarcó el siglo v a. C. prácticamente entero, no inventó la distribución en damero de las calles y manzanas.
La idea de entrecruzar vías de forma perpendicular y regular, lo cual delimita islas cuadrangulares de edificios, es muy anterior a la Grecia clásica. Había criterios de ordenación parecidos en poblaciones primigenias, tan antiguas como de mediados del iii milenio a. C. En el ecuador del siguiente, todavía casi la noche de los tiempos, esa distribución ya era tan habitual que se observaba en civilizaciones situadas en las antípodas. Se veía en Mesopotamia, en China, en Egipto o en el valle del Indo. Muchos siglos más tarde, los conquistadores españoles también encontraron dicha disposición en metrópolis del Nuevo Mundo.
Sin embargo, correspondió a Hipódamo dar carta de naturaleza a esa manera racional de organizar las