atías es un hombre triste y anodino de mediana edad que vive con su madre y su tía. Un testamento del siglo XVIII revuelve su condición de hijo bastardo y le hace indagar sobre quién es hasta dar con Ana, su sobrina paterna, con la que establece un vínculo muy especial. Bajo esta trama, la escritora Pilar Nasarre (Huesca, 1956) nos descubre en su libro (Ed. Funambulista, el 24 de enero en librerías) "Amar es no pedir, es dar", escribió Gerardo Diego. Pero esto sólo se cumple en el amor de los padres a los hijos. Cuando hablamos de una relación de pareja, la balanza ha de estar equilibrada; de lo contrario, si uno ama mucho y no es suficientemente correspondido, sufrirá. Con los años, aprendemos a conocer nuestros límites, a saber lo que nos hace desgraciados. Siempre tropezamos con la misma piedra, pero en la edad madura somos más racionales, aprendemos de los errores pasados y sabemos lo que no queremos. Nos podemos enamorar y llegar a amar a cualquier edad. Tal vez, simplemente, en la madurez vamos menos a ciegas. El carácter nos viene dado de fábrica, pero se modula, se intensifica y hasta puede mejorar, según la biografía y el esfuerzo de cada cual. En el caso de Matías Calzada, su temperamento huraño se debe a la ausencia del padre y a la mentira que gira a su alrededor. Cuando la descubra, será consciente de la necesidad de vínculos. Ese es el diagnóstico que se da a sí mismo. Y buscará pertenecer a algo, a alguien. Seguimos prejuzgando porque ese es, lamentablemente, un vicio compartido. Creo que toda la gama de las conductas humanas está presente en Barcelona o Madrid, en cualquier ciudad. No dudo de que la geografía y el ambiente influyan en el modo de ser, pero bajo el traje regional todos nos parecemos, y en todas partes hay conservadores, rebeldes, anárquicos, realistas, soñadores, miedosos, valientes… Cada persona es única, pero todos estamos hechos de la misma materia humana. Barcelona tiene mar y una belleza íntima. Madrid exhibe capitalidad, es rotunda, dura y a la vez acogedora como un pueblo. La primera es mediterránea, con un aire fantasioso y soñador; la segunda es continental y en su cielo se enseñorea la luz. Puede que Barcelona sea más distante, más ensimismada, por el contrario Madrid es territorio de aluvión y tiene una energía vital abrumadora. Las dos son hermosas y las quiero por igual. En cierto modo encarnan dos polos opuestos de un problema que a ambos les provoca ansiedad: los vínculos. Matías, por defecto; Ana, por exceso. Él es leal, metódico, solitario; ella es seductora, alocada y cambiante. Lo que me gusta es verlos juntos. Algunos me han etiquetado en el genero intimista. Lo que sí sé es que trato de entender el alma humana. Y para ello debo saber no sólo cómo actúan mis personajes sino también cómo piensan, cuál es su visión del mundo, qué sienten. Trato de que estén vivos. La familia es una verdad, son los vínculos más hondos, es el nido donde empezamos a vivir y a tener una identidad que seguirá con nosotros. Siempre me ha impresionado la cantidad de soldados moribundos que en el campo de batalla llaman a su madre en su hora final. Precisamente, lo poderoso de estos lazos explica que se puedan generar tantas situaciones tóxicas, a veces por falta de amor, o porque los hijos compiten por el afecto de los padres, por el choque de caracteres, por el conocimiento y la reiteración, por lo que sea…
DE LA SOLEDAD Y EL AMOR
Jan 19, 2024
3 minutos
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